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Alfonso Fraguela OPINA

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Por: Alfonso Fraguela.

Es muy triste observar que el país lleno de historias y anécdotas de lucha social y reivindicativas que ha sido Panamá, haya quedado reducido a un pueblo donde los asociados no sean escuchados, y la esperanza de mejores días queden dibujados en los programas de gobierno de quienes pretendan seguir jugando con la inteligencia de nuestra sociedad.

La Independencia de Panamá de España el 28 de noviembre de 1821, El incidente de la Tajada de la Sandía del 15 de abril de 1856, la Separación de Panamá de Colombia el 3 de noviembre de 1903, el Movimiento Inquilinario de octubre de 1925, la Siembra de Banderas del 3 de noviembre 1959, la gesta histórica del 9 de enero de 1964, la reversión del Canal de Panamá cristalizada con la firma de los Tratados Torrijos-Carter del 7 de septiembre de 1977, son hitos históricos que parecen desaparecer en el tiempo y que no son rescatados por las generaciones que pasan, olvidando esas luchas que edificaron nuestra nacionalidad.

La juventud actual esta desconectada de nuestros orígenes, y sus padres que deben ser impulsores al igual que nuestra sociedad, con todo lo que estamos viviendo también hemos olvidado el rol y el compromiso que tenemos para con ellos, y para con nuestra Patria.

Lamentablemente, la ignorancia y el desinterés de las generaciones que vienen detrás de nosotros, nos llevan a un escenario poco alentador alejado para el bienestar de todos los que vivimos en Panamá.

Esta diferencia a la cual hago mención en renglones superiores nos convierte en terreno fértil para que aquellos que sí están enfocados en hacer sus negocios y actividades personales exitosas por vía de la política, mantengan y propaguen la desidia ciudadana y pensemos más en la última canción del momento y vivir una vida sin objetivos, olvidando que algún día envejecerán, y que las actividades desenfrenadas que hoy viven, también llegara a su fin.

La falta de agua y luz, la corrupción, la basura, los actos de abuso sexual contra los menores, el Contrato-Ley Minero, la falta de atención a las calles a nivel nacional, la criminalidad, la ausencia de explicaciones a los escándalos gubernamentales, la crisis migratoria del Darién que impacta en la alimentación, la educación, la salud y en la economía de la población, la CSS y podría seguir enumerando. Todos estos, son ejemplos palpables de un Panamá en Piloto Automático.

Esto da pie a una pregunta de rigor, y es ¿hasta cuándo? Señoras y señores tenemos un deber con las futuras generaciones y con nosotros mismos, y es rescatar a la nación, exigiendo a quienes nos gobiernan a rectificar el camino recorrido del cual nos han apartado, con el fin de lograr el país que todos queremos, con una justicia fortalecida, con oportunidades para todos, con valores, y además con una tranquilidad social que permita a cada uno desarrollarnos, sin la necesidad de estar pendiente que los gobernantes gobiernen contra el pueblo y no para el pueblo.

El gobierno nos convirtió en espectadores, de todo lo que hacen y no reaccionamos, pretendiendo que sigamos viendo la reducción forzada de la Patria y el caos al cual nos han llevado, desde el taburete donde dicen estar sentados.

La poca visión al gobernar, y las habladurías con promesas sin sentido han generado el deterioro que hoy enfrentamos, y que entre subsidios sin posibilidades de acciones generadoras de empleo que puedan brindar mejor condición de vida para el pueblo, es una realidad de la ineficiencia que hoy impera.

Cualquier gobierno hasta el más malo, podría haber hecho una mejor gestión, pero lamentablemente para respetar la voluntad popular emitida en las pasadas elecciones, se hace necesario, esperar los resultados de las próximas elecciones para determinar el rumbo a donde queremos llevar al Buque de la Nación Panameña.

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