Por Dicky Panay

Pareciera que seguimos en el país donde no pasa nada y todo se vale para ganar las elecciones. Olfateo un pragmatismo operativo tradicional parecido a las afirmaciones maquiavélicas de que en la guerra y el amor todo vale. Veo a candidatos repartiendo el país antes de construirlo, negando todo y diciendo que todo es posible. Observo candidatos prometiendo lo imposible y proponiendo soluciones peligrosas para el desarrollo democrático y económico. En fin, veo un país sin lideres visionarios visibles hasta el día de hoy, pero sigo con la esperanza de que alguno tome el camino de las soluciones estratégicas para producir los cambios que necesitamos.

Indudablemente este escenario es trágico para la sociedad panameña, porque contrario a esa visión Panamá si tiene un futuro y un camino que recorrer en los años venideros que requiere de voluntad para construir un cambio que nos lleve a la solución de demandas rezagadas y a la vez nos permita construir una sociedad prospera.

La visión del futuro debe construirse a partir de la realidad del presente. Los panameños reclaman cerrar las brechas entre sectores en todos sus aspectos. Esta tarea requiere una estrategia, unos planes y unos proyectos específicos y deberán darse paralelos al esfuerzo de colocar al país en el puesto que se merece dentro de la comunidad global.

Una parte importante de la población es pobre material e intelectualmente a falta de una educación adecuada para un país con un sistema económico específico. La reconversión educativa es la condición para insertarlos en una estrategia de apertura económica, política y social. La población con mayor capacidad productiva tendrá que transferir ingresos y conocimientos para que esa otra parte de la población pueda hacer la transición hacia la reconexión con el sistema productivo nacional. La recuperación del notorio deterioro de los principales servicios públicos tales como salud, educación, agua potable, infraestructura de comunicaciones viales y otros más requerirá de esfuerzos y financiamiento.

Como observamos la construcción de la prosperidad panameña no será una tarea fácil ni se hará en un solo periodo presidencial. Esta afirmación poco comprendida por la mayoría de los candidatos que, dicho sea de paso, se creen que tienen una varita mágica para la solución de los problemas nacionales, representa la diferencia entre tener una visión, ser un estadista y quienes solo quieren ganar votos prometiendo todo y de todo para llegar al poder y continuar la fiesta de corrupción y despilfarro.

Una visión de país se construye escuchando a todos y con todos y se realiza con los comprometidos con la visión consensuada. Si cada uno de los candidatos pudiera comprender el fraccionamiento de los intereses detrás de la política, pudiera ver con claridad de quien proponga una visión inclusiva realista y posible atraerá a los votantes el próximo 5 de mayo.

Panamá con cuatro millones de habitantes, con riquezas materiales e inmateriales y con un mundo cambiante tiene todas las oportunidades para encontrar un camino al desarrollo, solo necesitamos una visión que nos incluya a todos.

Panamá, 16 de marzo de 2024

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