Por:Miguel Antonio Bernal V

El leonino contrato con la minera FQM y nuevamente la nefasta “extinción de dominio”, han llegado a la Asamblea por órdenes del Ejecutivo. No es casual que así sea dado que, el objetivo de ambas es el mismo: sojuzgar a los panameños para que perdamos, como Estado, nuestra soberanía nacional. Y que perdamos, como población nuestra seguridad jurídica.
Ambos proyectos emanan de mentes enfermas con arraigadas concepciones antipatriotas, antipopulares y antidemocráticas, como lo han demostrado con sus autoritarias acciones a lo largo de su actuar político en el acontecer nacional.
Los que quieren imponer el oprobioso contrato con la minera y la antigarantista extinción de dominio son, ni más ni menos, los mismos con las mismas.
Los mismos que han desfigurado los principios básicos de un Estado de Derecho, los mismos que han asaltado el erario, encarecido la vida, aumentado el desempleo, destruido la Caja de Seguro Social y la educación pública y un largo etcétera, son los que con las mismas falacias, demagogias, manipulaciones mediáticas, se proponen estrangular nuestros valores patrióticos y nuestras más caras garantías y derechos fundamentales.
Los diputados, en manos de quienes están ambos instrumentos jurídicos, por disposición de un Órgano Ejecutivo cipayo a más no poder, saben perfectamente que lo que está en juego, va más allá del rasero de su ya corrupto bolsillo. La ciudadanía con sentido de Patria y de dignidad, sigue con mucho más atención de la que muestra, su actuar.
La historia Patria nos recuerda cómo los Tratados Kellog-Alfaro y Filós-Hines fueron repudiados y rechazados. Nos hace tener presente, también, otras gestas en las que el pueblo panameño no se midió para hacer respetar su sentir.
Los mismos con las mismas que se aprestan a claudicar ante estas imposiciones, es bueno que sepan que el peso que llevarán sobre sus espaldas, los pondrá genuflexos para siempre ante la Patria y la historia.
Si creen que ya que no pueden convencer, por ello podrán vencer, que sepan también que aún en nuestro suelo, hay quienes no vendemos nuestra dignidad, ni la Patria que nos vio nacer.

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