Por: Miguel Antonio Bernal  V.

La Real Academia de la Lengua nos enseña   marginal es “el asunto, cuestión, aspecto de importancia secundaria. Dicese de las personas o grupos que viven y actúan fuera de las normas sociales comúnmente admitidas”.

Desde que un Director General del IDAAN lo utilizó, -rindiendo informe ante la Asamblea Nacional-, para referirse a los problemas de abastecimiento de agua, en las barriadas aledañas a la capital, el término marginal pasó a posesionarse del vocabulario popular para referirse, no solo a las piscinas, sino a todo aquello que excluye o margina.

La marginación aplica fundamentalmente a una situación de descuadernamiento o desintegración social dentro de un Estado. En nuestro caso, aun cuando algunos lo rechacen, vivimos una vorágine de marginación constitucional y social en todos los aspectos fundamentales del devenir cotidiano. A ello han contribuido –fundamentalmente- las profundas desigualdades provocadas por la creciente concentración de riquezas y de poder político que encuentran su sustento en la constitución militarista impuesta hace medio siglo.

En nuestro país, poco o nada se habla ya de igualdad y de justicia social.  Al contrario: vivimos una formación social en la que se fomenta la desigualdad en forma despiadada, soberbia y cínica. Los cantos de sirena del año preelectoral y la embriaguez que producen las encuestas  acelerarán y agravarán más, la situación de los hoy “marginales” y el mismo proceso de marginación social.

Las abiertas intenciones del gobierno PRD y sus satellites, de querer remilitarizar la vida pública y de reforzar el autoritarismo con leyes violatorias de nuestros derechos ciudadanos, que buscan marginar an los ciudadanos a un plano de segunda categoría, nos obligan a reaccionar cívicamente.

Sumado a ello está el hecho -que ha querido ser pasado por alto- de la insubordinación y desacato que, a través del pronunciamiento público, dieron el ministro Pino, el secretario general del Ministerio de Seguridad, Jonathan Riggs (quien funge también como “profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Panamá,nombrado de a dedo por el Rector), y los directores de la Fuerza Pública, la Directora del Servicio Nacional de Migración Samira Gozaine. el Director de la Policía Nacional John Omar Dornheim, el Director del Senan; Jeremías Guillermo Urieta y del Director del Servicio Nacional de Fronteras, Oriel Ortega, estos últimos en uniforme militar), quienes  han cometido un delito grave de insubordinación, injerencia y desacato, lo cual está penado por Constitución y Ley.

La abierta y cotidiana violación de la constitución militarista impuesta, hace la misma pase a ser una constitución marginal, además de marginadora por su contenido antidemocrático, anticiudadano y antinacional. Esa constitución marginal debemos, cuánto antes, exigir que sea cambiada a través de un proceso constituyente de plena participación y empoderamiento ciudadano, antes que sea ya demasiado tarde.

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