Por: Miguel Antonio Bernal V.

“La formula política de la Constitución se funda en valores”

Indicaba en mi artículo anterior. que: “Hablar de valores y de Constitución, hoy por hoy en Panamá, es un atorrante contrasentido.  Ello es así por el hecho que estamos ante un estatuto constitucional impuesto hace medio siglo, que sigue imperando sobre los ciudadanos y, además,  violando los más caros principios del constitucionalismo moderno”.

Partimos de la base de que le corresponde a los ciudadanos y a sus constituyentes, debatir, aprobar y proclamar su Constitución, aceptando así como punto inicial que: “el poder público solo emana del pueblo”.   Se trastoca el principal valor de la Constitución al no permitirle a los ciudadanos que expresen libre y democráticamente, su voluntad a favor de una completamente nueva Constitución, a través de un proceso constituyente.

Los valores fundamentales que fueron consagrados por los constituyentes panameños en 1945 y, luego, plasmados en la Constitución de 1946, fueron trastocados y deformados como resultado del golpe militar que dio al traste con la evolución constitucional de Panamá.

El estatuto constitucional impuesto, aun cuando reproducia casi textualmente, articulos que formaban parte de la Constitución de 1946, rompió el molde institucional, descerebró la teoría de la separación de poderes con los artículos 2 y 277, en la version original, de la hoy cincuentenaria constitución militarista.

La Constitución dejó de ser el hogar de los ciudadanos, la casa constitucional para construir un Estado de Derecho, como garante de los derechos y garantías fundamentales. La formula política impuesta,  la cual llegaron a llamar “Dictadura con cariño”, dejó de servir como identificación para los ciudadanos, para ser el instrumento de legitimación de la dictadura -made in USA- para negociar y aprobar los tratados canaleros, entre otras acciones.

Rescatar los valores fundamentales que deben servir de sustento a nuestra formación social, no parece ser la tarea o el compromiso de los factores reales de poder gobernantes, ni tampoco de la mayoría de los aspirantes. Hoy por hoy, el sistema de gobierno existente en Panamá es, cada día más, contrario a los valores fundamentales de una sociedad. La dignidad humana, ultrajada y pisoteada, se encuentra desterrada en la mayoría de los diversos sectores  que conforman nuestra población.

El silencio de muchos, en una éspoca como la nuestra, al no querer debatir sobre estos asuntos, termina siendo una soberana estupidez que nos lllevará a tener que pagar un alto precio.

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