Por: Miguel Antonio Bernal V.

No pasa día, desde que se inicio este año 2023, sin que en algún punto de nuestro Panamá, no se levante una voz de protesta ante la situación socio-económica imperante. El desespero de las grandes mayorías va creciendo día, como lo demuestran las protestas sociales que empiezan a manifestarse.

Los agricultores, productores y transportistas de las tierras altas chiricanas, han dado un gran ejemplo de solidaridad, contrariamente a otros sectores de la población que se valen de las situaciones actuales para exteriorizar su avaricia, codicia e indolencia. En efecto, como era de esperar tempranamente, el alza del combustible ha sido la gota que ha derramado el vaso de estos sectores trabajadores y productivos que son, ante todo, independientes de las distintas mafias gremials, sindicaels o profesionales, tanto del sector público como del sector privado.

Víctimas del engaño premeditado de la empresa criminal conjunta que gobierna, no han vacilado en expresar su repudio a las inaceptables propuestas del exministro norieguista del MIDA, vocero del gobierno en ese sector. Sin vacilación han expresado que aspiran a un precio fijo del combustible, no mayor de B/3.95 para todos. Ello desnuda la repudiable complicidad del resto de los “transportistas” que, al verse ellos solos beneficiados, optaron por no reaccionar ante la imposición gubernamental, que busca sembrar más división entre los panameños y facilitar más rebuscas y coimas para los capos de la empresa criminal conjunta que ha secuestrado nuestro país.

Reivindican así los agricultores, productores y transportisatas chiricanos que protestan, el vergonzoso comportamiento y sometimiento de los sectores “académicos” de la UNACHI, que por el vil metal han claudicado ante la reelección de la protegida de Nito y ante la corrupción que promueve la, hoy denominada, Tutankamona, en la otrora Universidad chiricana, la cual ha convertido en un verdadero antro de corrupción, oportunismo, cliientelismo, etc.. Ha logrado superar con creces el desastre que dejó GGdP y su socio Lao en la Universidad de Panamá, que ya también emula el actual rector reelecto.

Pase lo que pase a partir de ahora, no podemos menos que considerar y estimar que Panamá empieza su lento y pausado despertar. Despertar que nos debe llenar de optimismo para aportar, con los hombres y mujeres verdaderos ciudadanos, una honrosa salida a esta situación de desigualdad social, económica, laboral y educacional.

(Este artículo es responsabilidad de su autor).

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