Por: Miguel Antonio Bernal  V.

La desafortunada y vergonzosa decisión de Cortizo y de la empresa criminal conjunta, que el preside, de apadrinar la interminable ola de corupción, nepotismo, clientelismo y toda suerte de maleanterias que se vienen dando en la UNACHI, no hacen sino confirmar su proclividad a semvrar vientos.

Lo agravante de los multitudinarios  casos de corrupción de servidores públicos -que no cesan de aumentar estos últimos años en Panamá-, es la ausencia de voluntad de investigación, procesamiento y sanción. El Órgano Judicial y el Ministerio Público, la Contraloría, el Tribunal de Cuentas y, cuanto organismo existente encargado de velar por la transparencia, se han confabulado para pisotear a diario la dignidad ciudadana.

Ello evidencia una actitud y un comportamiento de complicidad y encubrimiento de parte de absolutamente todas las autoridades competentes, que van más allá del flagelo social que caracteriza a la corrupción y a su inseparable pareja: la impunidad. Además que ahora cuentan, más que antes, con el decidido apoyo de las entidades financieras internacionales, que terminarán siendo dueñas de nuestra Patria.

La ausencia de una cada vez más urgente y decidida reacción ciudadana, para contener el daño, aplicar correctivos y regenerar la función pública, sirve de abono y nutriente para que los factores reales de poder, que controlan los Órganos del Estado, consideren que pueden seguir sembrando vientos si, pero cosecharán tempestades, o sea: violencia.

 “Deber de estadistas, analistas y polemistas, es estar atentos a los factores que puedan producirla y sugerir medios para prevenirla antes de que desbarate con su vorágine a personas inocentes, como ocurrió en Panamá a principios del siglo XX”, ha dicho y repetido, con muchísima razón el conciudadano Carlos Guevara Mann, hoy Presidente de la histórica Sociedad Bolivariana de Panamá.

Hace mucho ya que,  bien común, la defensa del interés general y el servicio a los conciudadanos parecen haber sido expulsados de la función pública y debemos actuar al unísono para reintegrarlo, para mejorar de verdad nuestras pautas sociales, de lo contrario nos encontraremos sin instituciones públicas y, hay que decirlo, sin los recursos humanos para ser sociedad.

La transmutación de roles entre los “políticos” y los funcionarios ha ido generando un travestismo institucional, entendido como la transmutación de roles entre los políticos y los funcionarios. O sea, “políticos que en la práctica se ocupan más de prácticas y competencias funcionariales y funcionarios que atienden más a prácticas y competencias de carácter político“. En Panamá, esta absurda inversión de roles no tiene nombre y es mortal.

Los vientos electoreros noo anuncian mejoras de la situación, más bien empeoramiento pues las denominadas “ofertas electorales”, no son tales. El único camino que traería mecanismos ciudadanos de conrol es un procesoo constituyente. Lo demás son falacias para seguir sembrando vientos…

Comparte

Write A Comment