Por: Miguel Antonio Bernal V.

Panamá.como sociedad, vive un descuadernamiento que no se ha querido analizar, debatir y corregir. El secuestro de la democracia, transcurrida la invasión, no le ha permitido a la población asumir sus compromisos y responsabilidades. La partidocracia con su cavernícolo clientelismo y su gula de poder, ha contribuido enormemente ha consolidar el “que hay pa’mí”, que hoy predomina a lo largo y ancho de nuestro pequeño istmo.

De poco han servido lustros de lustros planteándose ante la población, la necesidad de un proceso constituyente como vía pacífica, democratizadora, participativa y progresista para salir del abismo en que nos encontramos. El sistema impuesto por la constitución militarista, ha encontrado en el camino nuevos factores reales de poder, dispuestos a lo que sea, con tal de probar las mieles del poder.

Partidos van y partidos vienen, sin embargo todos se arrodillan ante un Tribunal Electoral espúreo y corrupto, porque saben que allí, es que se cuecen las habas. Por eso, por ejemplo, hay un magistrado que está ahí desde hace más de tres decadas, dos ex magistrados de dicho Tribunal en altos cargos del poder (Contraloría y Asesor Presidencial) y los dos que están aún, hacen lo que diga Lalo.

En otro arttículo comentaba cómo han florecido, en estos últimos lustros, “ciudadanos que al participar, en una u otra forma u organización partidaria en política, pretenden desarrollar un comportamiento de velocistas, olvidando olímpicamente  que la política (particularmente en nuestro medio), es antes que nada, cuando de participación activa, transparente y dedicada se trata, una carrera de fondo”. “Numerosos jóvenes y menos jóivenes que, en su desesperación por “ascender”, han dejado o más bien abandonado principios, valores, ideales y objetivos, alocados y encantados por montarse en el carro gubernamental dónde las sirenas de la corrupciópn, el soborno, la rebusca, la figuración, entonan sus cantos para rodearlos con sus tentáculos de lo antidemocrático, lo antipatriótico y, convertirlos en instrumentos dóciles del servilismo y la bajocridad. Además de padrinos de la irresponsabilidad y la incapacidad”.

Ante estos velocistas, no podemos olvidar la existencia también de ciudadanos que, solitariamente, pero con la terquedad, honestidad, insistencia y tenacidad necesaria, pero ante todo, también con ideas republicanas y democráticas, continúan actuando con quienes no se dejan deslumbrar por los velocistas,

Muchos reprochan la actitud del corredor de fondo, lo cubren de epitetos, procuran aislarlo, lo denigran en todo lo posible. La independencia del corredor de fondo resulta desagradable para los que van veloces, pero ella es parte de la carrera, porque la meta es una sola y, paso a paso, nos acercamos a ella y siempre y cuando mantengamos la seguridad que solo el corredor de fondo tiene.

La seguridad de saber que llegará, aun cuando a algunos les corresponde renunciar a conocer el triunfo, como fruto para resignarse a ser semilla….

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