Por: Alfonso Fraguela

Esta semana vimos como la política primitiva y rancia, es la herramienta empleada por algunos que han decidido que al final de la gestión, el único camino que le espera es regresar a sus empresas privadas, porque demostraron que su desempeño como servidor público que establece el Código Uniforme de Ética del Servidor Público lo ignoran.
El 1 de julio lo que vimos, fue ovación a lo pequeña que es nuestra madurez política, y que el que tiene dinero es lo único que tienen porque adolecen de casta o categoría en mucho de los casos.
Un acto solemne que debió iniciar de acuerdo con lo dispuesto en el reglamento interno de la Asamblea Nacional (Ley 49 del 4 de diciembre de 1984, con sus respectivas modificaciones), fue desnaturalizado quedando en un receso casi nocturno agotando al cuerpo diplomático, a los invitados especiales y a la prensa internacional que pudo presenciar “el enanismo político” que seguimos que caracteriza a algunos.
Lo que, en otros años, simplemente no pasaba de la 1 de la tarde con el informe del presidente de la República. En esta ocasión fue un alarde al irrespeto del primer Órgano del Estado.
El matraqueo (amenazas, prebendas, y solo Dios sabe que más), y los actores de tales actos, dejaron boquiabiertos a toda la ciudadanía.
Es penoso que los regentes de ciertos cargos públicos sigan manejando la cosa pública y a la población como a los peones de sus fincas personales.
Los rofeos públicos, las conductas bochornosas, y los dimes y diretes siguen siendo la característica de la falta de capacidad de algunos que han olvidado que la política termino y ahora son gobierno.
Las encuestas de opinión que salieron hace algunos días dejaron despojados de su vestimenta a todo el equipo de gobierno del presidente José Raúl Mulino, quienes han reflejado un desgaste, y han dejado sólo al gobernante.
Lo que reflejó el sondeo de opinión, fue que la confianza del ciudadano está en la iglesia con un 13.2%, mientras que de ahí para abajo la confianza se desvanece.
Lo delicado de esto es que estos resultados ocurren a un año de gobierno, cuando generalmente estos indicadores se reflejan en los dos últimos años antes de finalizar el mandato.
Por lo que esto, nos lleva a concluir que serán 4 años cuesta arriba para la administración Mulino.
Un consejo sabio, oportuno y gratis es que se deben hacer cambios ahora, porque no puede continuar un recorrido de 4 años en esta situación.
Esto llevaría a tener un gobierno debilitado, y desorientado sin acciones definidas y concretas que dejen una huella en la historia de nuestro país.
Uno debe escuchar, y escuchar a todos, y luego de ello tomar una decisión ecléctica, que no lastimen al pueblo, y que permitan recomponer los canales de comunicación con éste.
En pocas palabras, hay que volver a enamorar a la ciudadanía con acciones más humanas, que despierten la confianza perdida, de manera que puedan comprender que lo que está usted promoviendo es lo mejor para el país, y su pueblo.
Ser el presidente de una nación es la distinción más grande que puede recibir un ciudadano, cuyo impacto repica más allá del mandato. Alcanzando a la descendencia que también escuchará el resultado de sus actos.
Lo que se haga hoy, no se borrará con el tiempo.

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