Por: Miguel Antonio Bernal

        Los últimos meses de este año, han sido disritmicos para la población panameña. Los meses por venir, no dejaran de serlo.        Las tentaciones y expectativas, provenientes de todos los sectores sociales, acelerarán su ritmo a una velocidad inalcanzable por la agravada ausencia de institucionalidad.        Con 52 años a cuestas de una constitución militarista impuesta, resulta imposible pretender que se pueda avanzar en poder encaminarnos hacia una real y verdadera redemocratización y reconstitucionalizacion de nuestra corrupta formación social.                         

   Las tentaciones por alcanzar el poder que se desnudaron durante el período electoral, no han cesado. Se han mudado si, de escenario, pero continúan. Las expectativas de mejores días, crecen paralelamente mientras más se acerca el 1 de julio.   

  Los colectivos políticos derrotados y sus mañas y maniobras, han comenzado, tempranamente, a asomar sus descomedidas ambiciones, en abierta competencia  con el nuevo gobierno, aún no instalado. Basta observar las escaramuzas hacia el Legislativo y la manipulación mediática, de permanente  desinformación.           

Las graves desigualdades socio económicas de nuestro Panamá, pesan mucho y serán determinantes en el diario acontecer. El atraso y ausencia de mecanismos de participación ciudadana, se harán sentir en la lucha contra la corrupción y la impunidad imperantes.   

             Urge entonces concertar, sobre  claras bases democráticas, para poder avanzar y doblegar las tentaciones y atender debidamente las expectativas existentes.               

    Urge pues, un proceso constituyente originario de plena participación ciudadana, sobre la base de principios universales de concertación.

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