Por: Alfonso Fraguela.

En la medida en que se acerca el 1 de julio de 2024, la administración Cortizo Cohen pasa a ocupar un lugar sin penas ni glorias en medio de una situación histórica que le permitió todo para ser recordado como un estadista.

Las mezquindades e indiferencias propias de su gestión, colocó dos tobilleras con sal gruesa a quien en su momento lo reemplazaría en el poder, como fue su vicepresidente y persona más leal.

La historia le jugó una mala pasada, y como “no hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo resista” como reza el adagio, a lo que agregaría “gracias a Dios”, el final del mandato esta siendo marcado por el tic tac del reloj.

En síntesis, se acerca el momento donde solamente nos toca pasar un registro de lo bueno, lo malo y lo feo del gobierno de Nito Cortizo, conocido como el gobiernito, en clara alusión a lo pequeño y estrecho que fue.

La pandemia fue manejada inicialmente con tal ligereza que recordamos la vista en Cadena Nacional cuando llegó al Aeropuerto Internacional de Tocumen una caja con dosis de inyecciones, que fue susceptible de ser transportadas por un motorizado de Pedidos Ya, La cual fue cacareada como una gran solución para el país, cuando esas dosis serían para el personal médico que estaba atendiendo la crisis generada por el COVID-19, y que la verdad si la mente no me es infiel no alcanzaba para todos.

Luego, la ausencia de instalaciones apropiadas para atender a las personas con COVID-19, lo que ocasiono que se construyera un hospital modular a altos costos, con todos los insumos necesarios para hacerlo operativo. Igualmente, surgió el tema de los respiradores con sobrecostos que motivaron la renuncia del ministro de la presidencia en medio de la pandemia.

Ahora han trascurrido 1,825 días de mandato y al pueblo panameño le toca calificar al presidente número 38 de la República de Panamá. Su plan de Gobierno con su slogan “El buen Gobierno no improvisa” fundamentado en 125 acciones prioritarias y una estrella, dejó sentada las bases para que el mundo entero lo calificara.


Aunque debemos reconocer que la Pandemia se constituyó en un comodín para excusar la inoperancia e incapacidad gubernamental de sus huestes. Bajo la promesa que cambiaría a Panamá, creo que Laurentino Cortizo Cohen debe simplemente agregar “misión cumplida”, porque el país quedó reducido e inmerso en escándalos que espantaron la inversión y la confianza extranjera de quienes pudieran ver al país como un lugar de inversión.

El momento es apropiado para trazar una línea de esperanza, que permita recobrar el tiempo perdido y repuntar la economía panameña. Dejando el lustro que marca el final de la actual administración, como un llamado de atención al pueblo panameño, para elegir a personas capaces que dirijan el país, con responsabilidad y que vean al pueblo como seres humanos y no un hato de ganado de la propiedad del dueño de una finca.

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