Miguel Antonio Bernal V.

Lejos estaba José Ingenieros de imaginar, que la mediocridad de la condición humana analizada en su centenaria obra, EL HOMBRE MEDIOCRE, sería “emulada” por la bajocridad

Cabe entonces, ante el delirio cotidiano que viven los factores reales de poder en nuestro Panamá, actualizar algunas reflexiones y así, conocer mejor el actuar de la bajocridad que se ha apoderado del escenario político, educativo, social y económico de nuestro país, con el propósito de amordazar la dignidad ciudadana.

1.- La bajocridad ha optado por terminar de romper, a cualquier precio, el equilibrio social a su favor. 

2.-Los acomodaticios (ministros, diputados, alcaldes, magistrados, representantes de corregimiento, etc) fomentan con un delirio creciente, el debilitamiento de los ideales, rechazan cualquier afán de perfección y despojan la dignidad de sus espacios.

3.-Emulando a los mediocres, los bajocres ignoran el justo medio, nunca hacen un juicio sobre sí, desconocen la autocrítica y permanecen en su cómodo refugio.

4.-El bajocre rehuye el debate con el que piensa distinto, vive inseguro y de las excusas, que siempre se apoyan en la descalificación del otro. 

5.-Carece de coraje para expresar y debatir públicamente sus escasas ideas, propósitos y proyectos. Se comunica mediante el telepronter, el monólogo y el aplauso prepago.

6.-Este comportamiento lo encierra en la convicción de que él posee la verdad, la luz, y quien lo adverse, el error, la oscuridad.

7.-El bajocre no puede liberarse de sus resentimientos acumulados y por ello, siempre desnaturaliza a la Justicia.

8.-Confunde las formas con formalidades, por lo cual desconoce la cortesía, que es una forma de respeto por los demás.

9.-La impunidad lo motiva y tranquiliza. Los bajocres, como los mediocres; son perennes. Lo que varía es su prestigio y su influencia.

10.-Acomodan los valores a las circunstancias y por ello, hay más presencias personales que proyectos. 

11.-La declinación de la “educación” y su confusión con “enseñanza” permiten una sociedad sin ideales y sin cultura, lo que facilita la existencia de políticos cada vez más ignorantes, rapaces y bajocres.

En el Panamá nuestro, llegó la hora de comenzar a deshacernos de los bajocres y de los mediocres. Ellos están al origen de nuestras desigualdades y desgracias sociales.

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