Por: Alfonso Fraguela.

En Panamá, el no saber qué decir o simplemente no tener la capacidad de dar un respuesta inteligente, coherente y lógica a un tema o problema que se presente, da vida a un mecanismo de autodefensa que es la descalificación.

Para aclarar el concepto recurrimos a la Real Academia de la Lengua Española que como fuente reconocida del idioma define descalificar de la siguiente manera:

“1.Desacreditar, desautorizar o incapacitar a alguien o algo.

2.Eliminar a alguien de una competición como sanción por faltar a las normas establecidas”.

Las redes sociales y los escenarios sobre temas nacionales, son terreno fértil para escuchar y leer algunos disparates, que ante la explicación orientadora, la respuesta es la desacreditación.

Es muy lamentable que la evolución de un lenguaje, y de los recursos que el mismo nos brinda, han quedado reducido a insultos e improperios, característicos de las personas sin educación. Pero más dramático y desalentador es que esas descalificaciones e insultos provengan de personas estudiadas, y que han ocupado altos cargos en en Estado o que actualmente lo ejercen.

Claro en muchas ocasiones, esas reacciones desproporcionadas surgen por el conflicto de intereses y ante el hecho de quedar desnudo frente a terceros o a nivel nacional, lo que es comprensible.

El intercambio de ideas con miras a una solución de los problemas, es lo edificante de un debate. Mientras que recurrir a maniobras de descalificación, evidencia la falta de recursos y de inteligencia emocional para enfrentar temas tan sensitivos, que lo calificarían propios de los novatos.

Mi sugerencia, elevemos el discurso, no caigamos en la confrontación con personas cuyo intelecto no ha salido de la banca de un parvulario. El tratar de luchar contra eso es desgastante y agotador.

Comparte

Write A Comment