Por:  Miguel Antonio Bernal V.

“Percibiríamos muy pronto una espantosa calma, durante la cual todo se aliaría en contra de la potencia que vulnera las leyes.

Cuando Sila quiso devolver a Roma su libertad,esta no pudo ya recibirla” [Montesquieu, El espíritu de las leyes]

Maurice Joly, el talentoso autor de Diálogo en el Infierno entre Maquiavelo y Montesquieunos legó una obra que no ha perdido vigencia con el tiempo y, que más bien parece recuperar su actualidad.

Escrita en 1864, en pleno esplendor de Napoleón III, los veinticinco diálogos que la integran, envuelven prontamente al lector en una espiral en la que, el pasado se vuelve presente y que al decir de Jean François Revel, el escritor francés que prologa las páginas de este texto de Joly: ”Presentaba para los especialistas de aquel período, una excelente pintura y un minucioso análisis de los métodos del poder personal empleados por Napoleón III”.

Traigo a los lectores de esta columna la obra de Joly, con el próposito de despertar el interés en su lectura, tal oomo lo he venido haciendo, año tras año,  con mis estudiantes desde hace más de cuatro deecadas y, contribuir así a que se conozca el gran aporte de Joly a la Ciencia Política: la descripción del cesarismo, del bonapartismo, que no es hoy otra cosa que la democracia desvirtuada que nos impone la empresa csriminal conjunta que gobierna en nuestro Panamá.

Hoy por hoy, vivimos un sistema de gobierno que no cesa de debiitar las fuerzas sociales, que ha privado a la Asamblea de iniciativa legislativa, que utiliza los controles fiscales para satisfacer venganzas partidarias e intimidar a los adversarios, que se apoya en una constitución impuesta hace medio siglo, que multiplica las leyes y decretos represivos so pretexto de conservar el orden, que quiere imponer jurisdicciones especiales como “la extinción de dominio”, que se complace en amputar cualquier posibilidad de contra con un Órgano judicial independiente y transparente, que aupa un Tribunal Electoral archicorrupto y anticiudadano, que impulsa una permanente “depresupuestación” y que se regordea (de acuerdo con la fórmula de Joly), en desquiciar las frágiles instituciones aun existentes, y un largo etcetera que encontramos analizadas en el libelo de Maurice Joly.

Invito a recurrir a la lectura de estos diálogos, para que podamos desnudar la concentración de poderes y las arbitrariedades con las que el autoritarismo rampante viene gobernando, dejando al ciudadano desamparado e indefenso ante los atropellos de los rectores del poder y sus agentes.

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