El presidente electo Gustavo Petro ha designado a Leonor Zalabata como embajadora de Colombia ante las Naciones Unidas, en Nueva York, la primera indígena en ocupar este cargo.

Leonor Zalabata Torres (Jewrwa, 1954) ha resistido desde niña. Pertenece al pueblo indígena arhuaco, una de las cuatro culturas prehispánicas que subsisten en la Sierra Nevada de Santa Marta, la formación montañosa más alta de Colombia. Creció en una casa de paja, bahareque y piedra. Cursó estudios universitarios y regresó a la comunidad, donde comenzó su liderazgo por los derechos humanos y la conservación de los recursos naturales y la tierra.

En el gobierno electo, a punto de posesionarse, Zalabata representará a Colombia ante la ONU, en Nueva York. Ningún indígena había ocupado esa posición.

Desde la conquista, las comunidades indígenas han sido segregadas y perseguidas. Son la población más abandonada. En la anterior Constitución que regía a Colombia no reconocían sus derechos fundamentales y eran considerados “salvajes”. Los arhuacos —comunidad de 50.000 indígenas— tienen su propia lengua y conservan su cultura a pesar de la minería, el turismo y el asedio económico y social de los grupos armados ilegales. Han sido agredidos constantemente, de modo que mantienen una fuerte lucha. Su territorio —en los departamentos de Cesar, Magdalena y La Guajira— es considerado sagrado para ellos. Leonor Zalabata ha recibido varios premios internacionales, como el premio Franco-Alemán de Derechos Humanos “Antonio Nariño” en 2019, o el Premio Internacional de Derechos Humanos Anna Lindhs, en 2007, otorgado en Estocolmo, Suecia.

Como nueva embajadora le esperan varios retos como la defensa de los acuerdos de paz entre el Gobierno y las FARC. Luego de firmados los acuerdos, han asesinado 348 indígenas, según Indepaz (Instituto para el Desarrollo y la Paz). Leonor ha hecho parte del Foro Permanente de las Naciones Unidas para cuestiones indígenas y no le es extraño el emblemático rascacielos neoyorquino “Turtle Bay”, donde ahora se desempeñará como embajadora. Desde Valledupar (Cesar), atiende una entrevista telefónica de EL PAÍS.

Pregunta: Los indígenas han sido relegados y excluidos de cargos públicos. ¿Qué significa esta representación como mujer indígena?

Respuesta: De la vida republicana de Colombia solamente hasta 1991 consideraron que los pueblos indígenas teníamos unos derechos especiales. Colombia no es un país monocultural: es pluricultural. Somos diversos y por eso somos iguales. Mi designación es un llamado a que no haya exclusión social ni discriminación racial. Los colombianos estamos llamados a cuidar la naturaleza, a seguir conservando las tierras y los conocimientos y prácticas que hacen posible mantener la diversidad biológica de este país. Necesitamos la protección para un país que garantice las futuras generaciones.

P. Usted es una de las pocas indígenas que pudo ir en los años setenta a la universidad. Estudió odontología social. ¿Qué dificultades se encontró en el camino?

R. En esa época cursé un programa de formación en la Universidad de Antioquia que estaba dirigido a los sectores rurales porque no podíamos acceder a una odontología total. Carecíamos de luz y de carreteras, condiciones inherentes a un buen servicio de salud pública. Conseguí una dotación y creé el primer consultorio odontológico en Nabusímake (Cesar). Allí me di cuenta de que la gente moría fácilmente por una diarrea o una gripa. Hicimos campañas de nutrición y de atención a enfermedades comunes. Mi liderazgo tiene un desarrollo al pie de las comunidades indígenas. La formación era una necesidad urgente, entonces creamos unos programas que no desconocieran nuestra medicina tradicional y exigimos un servicio adecuado para las comunidades.

P. Ha sido Comisionada de Derechos Humanos por la Confederación Indígena Tayrona y representante de la Comisión Nacional de los Pueblos Indígenas de Colombia. ¿Cuáles son los logros más destacados que alcanzó en esa labor?

R. Los pueblos indígenas hemos venido teniendo logros importantes. Uno, son los conocimientos a los territorios indígenas, la lucha permanente por ampliar y recuperar los resguardos. En la medida en que nosotros podamos conservar las áreas sagradas, ambientales o tradicionales, vamos a tener pueblos indígenas fortalecidos, aportándole a Colombia ese cuidado de la tierra, y Colombia podrá aportárselo a la humanidad. Yo creo que esa es una cadena de servicios muy importante desde el conocimiento tradicional y desde las culturas tradicionales de los pueblos indígenas.

P. ¿Cuál considera que es su principal misión como embajadora?

R. Hay unas acciones definidas por el Estado colombiano y hay que mantenerlas y respetarlas. Para mí, una de las cuestiones importantes son los acuerdos de paz. El gobierno colombiano ha firmado la terminación del conflicto armado y debe profundizar en ello. Lacomunidad internacional debe preocuparse más por los diálogos con los actores armados, puede solidarizarse y cooperar con este país. La paz, la justicia social y la justicia ambiental son los ejes que este gobierno prometió al país y creo que tendremos que estar dirigidos y enmarcados en esos tres ejes importantes para Colombia.

P. ¿Cuál será su política para que la ONU tenga dentro de los puntos principales de su agenda la protección de los líderes sociales, las mujeres y las comunidades vulnerables?

R. La sociedad colombiana, la academia y las instituciones tienen propuestas nacionales para poder proteger y resolver este problema, pero esto solo tiene solución desde adentro. No son solo los líderes sociales: es la protección de toda la población. No hay derecho de que se asesinen a líderes sociales ni a servidores públicos. No hay derecho a que se torture con la desnutrición a los niños, ni se puede aceptar tampoco que asesinen a policías o a los soldados que mandan a la guerra. La impunidad no puede ser un tema que se resuelve hacia afuera. Yo creo que Colombia tiene que implementar los acuerdos de paz. Empezando con eso podremos avanzar.

P. ¿Qué piensa hacer para defender los derechos de las lenguas indígenas a ser protegidas y preservadas?

R. En Colombia es reconocida, según la Constitución, la educación intercultural y bilingüe. Hace falta que los ministerios de Cultura y de Educación se coordinen entre ellos y que ese propósito internacional del decenio de las lenguas —de la Unesco— se haga realidad a través de las instituciones establecidas. Se deben reconocer los programas de educación de los pueblos indígenas, donde sus lenguas puedan reivindicarse, protegerse y desarrollarse. Ahora, el tema de ser indígena no se circunscribe solamente a los territorios. En las ciudades existe una cantidad de culturas indígenas que conviven con la sociedad mayoritaria. Así como se crean institutos franceses, alemanes e ingleses, ¿por qué no establecer también institutos de lenguas indígenas? Podría ser un programa que se le proponga a la Unesco la participación de los pueblos indígenas para conservar las lenguas de este país, como lo mandata la Constitución Política de 1991.

P. ¿Cómo hacer para que las recomendaciones que se hagan ante la ONU sean efectivas?

R. Por primera vez en la historia de Colombia hay un gobierno que ha salido de los movimientos sociales, del paro social que hubo durante dos años. Esto tiene que tener una respuesta del gobierno. Tenemos que transitar con los acuerdos, y por eso creo firmemente que las instituciones tendríamos que tener una coordinación interinstitucional que permita que esas recomendaciones que ya están dadas se implementen. La JEP está haciendo una labor importante. El proceso de desarme en Colombia de los grupos ilegales está siendo acompañado por la Misión de Apoyo al Proceso de Paz en Colombia de la OEA (Organización de Estados Americanos), y eso sigue siendo muy relevante para la aplicación; lo que pasa es que si no existe la voluntad política de la administración de gobierno se hace supremamente difícil las recomendaciones que pueda haber desde la cooperación internacional.

P. ¿Cuál es el compromiso de Gustavo Petro con el pueblo arhuaco?

R. Los mamos arhuacos (líderes espirituales) declararon a Petro —antes de su elección— presidente del corazón del mundo, porque así llamamos al territorio de la Sierra Nevada. Su compromiso estuvo muy ligado a reconocer la paz que deberíamos vivir los pueblos indígenas, la justicia social que debe haber con la inclusión y la justicia ambiental. Él dijo que en este marco gobernaría Colombia.

Por DIANA LÓPEZ ZULETA/ElPaís.

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