Por: Miguel Antonio Bernal Villalaz
La deuda pública de nuestro país, ante una indiferencia generalizada, asciende –a la fecha- a una suma mayor de cuarenta y dos MIL MILLONES de dólares USA.
La deuda pública es la deuda que tiene el Estado o sea, la población de un país y se divide en interna y externa. Hay países deudores y países acreedores. Además, “la clasificación de la deuda se efectúa en función de su orígen, del plazo de la cosa debida, del título representativo de la obligación, de la naturaleza del deudor, de la forma cómo ella debe satisfacerse y del lugar dónde debe hacerse el pago”
El aumento de la deuda pública de nuestro Panamá durante los últimos lustros, ha sido constante y permanentemente ascendente. Las “justificaciones” de los distintos Gobiernos desde el 2000 a la fecha, no han variado puesto que todos han seguido las misma concepciones económicas de un neoliberalismo trasnochado basado en el afán de lucro y de disfrutar privadamente de las mieles del poder.
El saldo de la deuda pública desde el 2000 a nuestros días muestra una evolución creciente y llega a 69,82 por ciento. Entre septiembre de 2019 y septiembre de 2020 el saldo de la deuda pública panameña aumentó en siete mil cuatrocientos sesenta y dos millones (B/7,462.8). De febrero 2020 a febrero 2021,el aumento fue de ocho mil millones seiscientos siete mil tres millones (B/ 8,607.3). Y durante el ultimo año ha sido superior.
Ante la actuación gubernamental como empresa criminal conjunta, el pretender saber dónde han ido a parar los miles de millones en prestamos adquiridos en los últimos tres años, es más díficil que saber lo ocurrido durante los últimos 18 años que le precedieron .
La pregunta obligatoria que debemos hacernos los ciudadanos es, entre muchas, ¿cómo y con qué vamos a pagar una deuda que no cesa de aumentar día a día? El daño social que representa para las inmensas mayorías de la población las políticas gubernamentales de endeudamiento, es también desconocido y ni el gobierno, ni la partidocracia, como tampoco las dirigencias de los gremios y sindicatos salen a explicar o a denunciar, a uno de los principales obstáculos para limitar y disminuir la imparable desigualdad social que asfixia a la mayoría de la población.
Gobernar endeudando sin límite alguno, además de robando las arcas del Estado, no requiere mayor esfuerzo para quienes ejercen la función pública no para el servicio público. Claro que las excusas ha sido la pandemia, así como la de otrora era hablar de la modernización del canal o de la administración pública.
Sin embargo, las otras cifras -que nos ocultan- de desempleo, deficit habitacional y vial, deserción escolar, burocracia estatal, etc, son también de espanto. Todo esto no parece preocupar a los que, con diálogos de yoconyo, pactos para cerrar brechas o sus fracasadas reformas paralelas, han encontrando un modus operandi para seguir endeudándonos y asfixiándonos.