Por: Miguel Antonio Bernal Villalaz.
Comparto con mis lectores un escrito, de autor desconocido, que recoge el sentir por uno de los más preciados valores entre los humanos: “Hay amistades que son un roble. Pasan por mudanzas e inviernos. Cambian de idioma y de edad. Atraviesan siglos, estados civiles, nacionalidades, cambian de leyes y de pasaporte. Y siguen ahí. Impertérritas. Como si nada.
Son las amistades mapa. Las que te devuelven tus referencias cardinales. Las que te dan el espejo en el que te sabes ver.
Uno puede perder su país porque el país haya cambiado tanto que ya no sea el país que te hizo. Uno puede cambiar de ideas políticas. Uno puede convertirse en padre y en abuelo, y mirar distinto el mundo. Y cuando esas amistades aparecen uno se vuelve a ubicar.
No importa si el código postal cambia y cambia de números. Si el idioma que usas es ahora de origen germánico o se engalletó con el Spanglish. Si te va bien o estás pelando. Si tu trabajo es bueno o es un martirio. Esas amistades son un faro. Te recuerdan de quién eres. Y la ruta vuelve a estar clara.
…hay una patria inextinguible, y esa es la patria de los amigos. Construida en absoluta libertad. Indiferente a las fronteras. Donde el afecto no es una moneda de cambio y la única visa es un abrazo.
Los años pasan y pasamos de líderes liberales a líderes facistas. De globalistas a separatistas. De prósperos a devaluados. Y los amigos siguen ahí. Como una muestra incomparable de que el gps de uno sigue fijando sus propias direcciones, que tiene un origen y lleva una búsqueda que traspasa tiempo y espacio. Que hay un mundo nuestro que nadie nos puede quitar.
Los amigos son las esquinas, los signos de tránsito que te cuentan tus historias. Las avenidas que te sacan una carcajada. Las plazas que te dan un hombro para descansar.
Los amigos son tu ciudad.
Pasan los años y van quedando. Todo cambia en uno y en el entorno. Y los amigos siguen ahí. Transformándose, claro, pero siempre en tu urbanismo personal. Inamovibles. Como si todo lo que parece difícil fuese más bien parte de un montaje momentáneo. Como si la vida se tratara más bien de la amistad…”