Por: Alfonso Fraguela
Panamá se encuentra enfrentando una crisis social, económica y política sin precedentes, que ha despertado la preocupación en una población que se debate entre la falta de dinero y el alto costo de los alimentos que distancia las clases sociales notablemente entre cada una de ellas.
Esta notable diferencia, parece una formula de laboratorio encaminada a marcar error, y con ello ocasionando que la clase media de profesionales desaparezca, o se acerque a la de los desamparados.
La Pandemia fue una prueba de fuego, para cualquier gobierno minimamente mediocre de levantarse y erigirse como una administración que dejó una huella.
Sin embargo, la huella dejada fue de escándalos y manejos dudosos que seguirán siendo cuestionados y abanicados públicamente, hasta que se abran unas investigaciones y terminen con personas detenidas y los dineros retornen al fondo público.
Pero si a lo descrito en renglones superiores, adicionamos lo que ha traído el Contrato-Ley de Concesión Minera y sus efectos, la credibilidad restante de un gobierno residual o de lo que queda de éste, es aún más preocupante.
Ya que nuestro país, se encuentra próximo a celebrar unas elecciones generales, donde los problemas económicos, políticos y sociales no desaparecerán por arte de magia.
Al contrario, serán heredados por el nuevo gobierno, quien deberá poner en manos de las autoridades los elementos necesarios para que se abran investigaciones con resultados positivos, de tal manera que la población perciba la diferencia y pueda despertar la esperanza autentica de cambios.
Lo que no deja igualmente de preocuparme, es que ante la proliferación de candidatos la posibilidad de acciones contundentes se diluya, profundizando cada vez la desconfianza social.
Si realmente pensamos en nuestro país, los aspirantes deben ir pensando en un gobierno de coalición nacional donde todos remen para el mismo lugar.
La Patria esta hecha girones, y necesitamos que todos vayamos en su rescate, con el fin de devolverle el brillo que ha perdido por la opacidad de algunos de sus hijos, que han visto en ella, el tesoro de una legión de bucaneros a quienes solamente le importa ellos y su bienestar personal.
Esperamos que todas estas acciones encaminadas a rectificar el rumbo de la nación panameña, sean una nueva independencia, una nueva separación no de un país, sino de la vorágine interna que nos mantiene secuestrados con las recetas de las minorías para la mayorías, que nos han llevado al lugar donde estamos.