Por: Miguel Antonio Bernal V.
Mientras la noticia de que en nuestro Panamá, cerca de cien mil niños menores de cinco años sufren de malnutrición y más de 200 mil panameõs padecen hambre, la empresa criminal conjunta que ha secuestrado los Órganos del Estado, continua ensu locura dionisíaca de corrupción e impunidad.
Por su parte, el Gobierno de Estados Unidos de América da a conocer su decisión de poner fin al monitoreo de los sembrados de coca en Colombia. Sin embargo, la decisión no es a causa de los costos o de los resultados de dicha política, sino porque han decidido concentrarse en una epidemia de droga peor que la cocaína: el fentanilo. Ello es así por el creciente aumento de las muertes de estadounidenses por el consumo del fentanilo. En efecto, “desde 2019 al 2021, las muertes por sobredosis de fentanilo enn Estados Unidos, aumentaron un 94%…Se estima que casi 200 estadounidenses fallecen cada día, por el consumo de fentanilo”
Mientras esto ocurre, aca en Panamá, los medios de comunicación e importantes sectores de la población, nos hemos olvidado olímpicamente de las más de diecinueve mil dosis de fentanilo que desaparecieron de la Caja de Seguro Social. El tema, gracias a la publicidad pagada en los medios por el Director de la Caja, no es abordado y mucho menos investigado como debe ser.
A la fecha, no se sabe a ciencia cierta si se ha abierto una investigación de parte del Ministerio Público, como mandatan las normas. Lo que apenas recientemente se ha dado a conocer, muy tibiamente, es que la Dirección Nacional de Farmacia y Drogas del Ministerio de Salud, a través del Departamento de Sustancias controladas, detecto una variedad de anomalias en el manejo de dicho opioide sintético, de parte de la Caja de Seguro Social.
Es increíble que una droga “controlada”, manejada con extremos conroles, que se deben llenar múltiples formularios, que debe ser utilizada en procedimientos quirúrgicos, puedan desaparecer diecinueve mil dosis y todos los poderes del Estado sigan tan campantes, permitiendo que la maleantería aumente sus ílicitos en la Caja de Seguro Social.
Son muchas las interrogantes pero, todo parace indicar, que no hay interés –una vez más- en que se sepa la verdad.