Por: Miguel Antonio Bernal

Mientras seguimos viviendo el secuestro de la democracia, gracias al autoritarismo rampante y el languidecer de nuestras libertades, no debemos dejar de denunciar y explicar lo obvio.

Impune, y diariamente, prosigue la variedad de violaciones de las normas constitucionales, las leyes, las reglas del juego, los procedimientos,  por los monopolizadores de los Órganos del Estado. No debe entonces sorprendernos que, dentro del fraude constitucional al que nos someten a diario. estemos, también, llevados de la mano a un megafraude electoral.

Para evitar confusiones, debemos recordar con la Real Academia de la Lengua que fraude “es la acción contraria a la verdad y a la rectitud, que perjudica a la persona contra quien se comete. Es el acto tendente a eludir una disposición legal en perjuicio del Estado o de terceros”.

Así las cosas, vemos cómo el Gobierno presidido por Laurentino Cortizo Cohen y su Partido Revolucionario Democrático, además de asumir arrogantemente –al igual que sus predecesores- el rol de permanentes violadores de la Constitución y de la institucionalidad, han reacomodado la legislación electoral para el fraude que les permitiría  prolongarse en el poder, más allá del 30 de junio de 2024.

Contrariamente a lo que pueda pensarse, el fraude no es un acto único. El fraude, en Panamá, está en el sistema, sí, pero también en la complicidad con la que actúan los partidos políticos no oficialistas, los cuales no cuestionan el sistema por su “esperanza” de poder beneficiarse de una manera u otra, del mismo.

Así vemos cómo el “pre candidato oficial, al igual que muchos candidatos del oficialismo, reciben apoyo oficial directo o indirecto, ante el silencio cómplice de la Fiscalía Electoral, el Tribunal Electoral y los propios directivos de los partidos políticos que se dicen “no oficialistas”. El Presidente de la República ordena montar actos oficiales para que su protegido y delfín, pueda irrespetar la dignidad ciudadana con sus pueriles videos, descalificar, calumniar o irrespetar a sus imaginarios adversarios políticos, en esta operación artificiosa para la cual cuenta con toda la parafernalia del aparato estatal.

El fraude va porque va y, hasta ahora, todo indica que llegarán a su meta, salvo que la población alcance a reaccionar, de lo contrario, la estocada sobre “el residuo”, dada por los cortesanos,  servirá de preámbulo para actualizar en el 2024, el ya conocido: “matadero del fraude.”

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