Por: Aquilino Ortega Luna.

Aquilino Ortega Luna

Aunque curiosamente, las cosas más importantes de la vida, no son cosas, cuando muchas de estas cosas se van en un viaje sin regreso, la vida a veces parece perder importancia y sentido.

Se fueron los trompos, los yoyos, los juegos de canicas, el tumultuoso guacho, la rayuela, el compañerito “pío pío”, la Lata, la lleva y el más físico, pero no menos importante e inolvidable, Burrito.

El tiempo se lo lleva todo y sobre todo ahora con la incidencia de la tecnología y las redes sociales en todas y cada una de las actividades en las que nos desempeñamos los seres humanos, por diversión, trabajo o entretenimiento.

Hace 30 años, cualquier lata, palo, soga o tela abandonada, con algo de creatividad, se convertía en un instrumento de juego. Hoy solo representan objetos desechables o cambiables, por unos cuantos pesos, en días de angustia y desesperación económica.

En temporada seca o de lluvia, la diversión estaba a la orden día, solo hacía falta un pequeño grupo de niños de todos los colores, para que el “show” se activara, a veces hasta de forma desenfrenada, pero sin perder la cordura.

Hoy todo ha cambiado, ahora las tabletas, los juegos de video o los celulares lo llenan todo y son los verdaderos protagonistas.

Tanto grandes como chicos, solo le dan entrada solo a la imaginación cibernética, dejando en casa olvidada su memoria mental, que le permitía en el pasado ser creativos, mientras esperaban ser atendidos frente a una situación particular.

Antes en la barbería, la clínica o en un simple recinto de espera, llámese parada de autobuses, Corregiduría o banco previo a la oficina del director, había espacio para pensar y darle rienda suelta a la creatividad y la imaginación. Hoy no.

Una veintena de años atrás, las revistas y los periódicos, aunque fueran viejos, resultaban atractivos e interesantes. Donde estuvieran apostados.

En estos tiempos, pasan desapercibidos, o son ignorados, incluso por los ávidos amantes de las letras y la literatura. El espectáculo lo dirige y lo orquesta en nuestros días, el popular celular inteligente.

Hoy solo queda el recuerdo de las cosas que se fueron, en el viaje sin regreso. El destello de los cines oscuros y calurosos, donde exhibían dos películas por el costo de una, a precios de 20 centavos, 35 centavos y algunos más onerosos, 60 centavos.

Teatros y cines donde degustabas, palomitas de maíz, gaseosa, chocolate y enchiladas y el presupuesto de inversión, no superaba el dólar. Antros de diversión visual, donde se interrumpían las producciones cinematográficas en más de una ocasión, porque se trababan los rollos de la película. Cosas que se fueron.

Entre las cosas que se fueron, o “Lo que el Viento se llevó” partieron los cines, Tívoli, Capitolio, Encanto, Ancón, Dorado y Variedades.

Tampoco se pudo frenar la partida de El Central, Fox, Edison y el Teatro Río. También inevitable la partida de locales de diversión como “El Sombrero”, Estramburgo y el “El Cosita Buena” o de centros deportivos históricos, como el Gimnasio “Neco de la Guardia”.

En nuestros días, muchas cosas que se fueron, son solo un recuerdo de los años que pasaron, de los días que contabilizó la historia, pero que no regresarán, porque se fueron para no volver.

La “Lucha Libre” que escribió páginas gloriosas en Panamá, con exponentes de la talla de el Ïdolo, Sandokan, Chamaco Castro, Iberkum y Celso Sotelo, entre otros; y con extranjeros como El Santo, Blue Demmon, Huracán Ramírez y Mil Máscaras, ya no serán más.

Aunque parezca mentira, los festivales Internacionales de la Canción OTI, hoy son solo una melodía que se olvidó, que ya nadie quiere cantar. Las inolvidables radionovelas, sobre todo en las campiñas, hoy ya ni se recuerdan, porque la gente de nuestros días, ignora y desconoce el libreto de esa historia que pasó.

Y qué decir de las series televisivas como Bonanza, El Gran Chaparral, Daniel Boone, El Zorro o Batman, y la Tremenda Corte. De todo eso que marcó nuestros años de mocedad, solo nos queda el recuerdo de las cosas que se fueron, que pasaron como el agua bajo el puente y que no volverán.

Estoy seguro que, con el paso de los años, las cosas que hoy son noticias, los festivales, las redes sociales, el deporte mediático y todo lo tecnológico que revoluciona el mundo, pasarán a formar parte de las cosas que como para nosotros fueron importantes, pero que pasaron y que no volverán.

Todas serán colgadas en las paredes de los recuerdos y el olvido, donde se guardan las cosas que se fueron sin decir adiós.

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