Por: Miguel Antonio Bernal V.

El Canal de Panamá es la gran obra de la época industrial, inmenso como las piramides, delicado como un reloj suizo.  Por más de un siglo cumplió, sin falta, una misión vital.  Ahora se encuentra medio paralizado, y sus clientes sufren perdidas consideradas como  terribles..

Al llegar a ser su dueño el pueblo panameño sintió una gran alegría, pero -con este – Panamá adquirió no solamente una obra de inmenso valor, sino también una responsabilidad de mayor tamaño.  Por una razón u otra, por falta de visual o mala suerte, el canal carece del agua adecuada, y Panamá, su custodio, tanto como su dueño, no ha hecho –hasta ahora- nada al respecto

El tema de la falta de agua no es para nada nuevo.  En 2006, durante el periodo de discusión, antes del referendum, muchas personas conocedoras opinaron que era un error criminal añadir un nuevo juego de esclusas sin ampliar la subasta de agua, pero ninguno de los que promovieron y apoyaron la expansión nos hizo caso.  

El 15 de abril de 2015, el Administrador de la Autoridad del Canal de Panamá, Jorge Quijano, se lanza a las cámaras de televisión para regañar a los residentes del istmo (tu y yo), por nuestro “excesivo” consumo de agua.  Por culpa nuestra no iba a haber agua suficiente para navegar cuando las nuevas esclusas se abrirían el año siguente.  No dijo nada sobre cambio de clima.  El canal ya carecía de agua.  Y aparte de la regañada, ¿qué hizo Quijano?  Nada.  ¡Hizo exactamente nada! 

Pasaron los años y en febrero de 2019 Ricaurte Vásquez fue designado sucesor de Quijano y dio una entrevista a La Prensa.  ¿Cuáles son los retos del puesto? le preguntaron.  «Mantener la competitividad del Canal de Panamá y atender el problema del agua,» contestó.  No dijo nada sobre cambio de clima.  Dijo que el canal tenía un problema de agua.  Lo dijo de nuevo en septiembre del mismo año.  Ya como administrador de la ACP, dio una entrevista a la revista Forbes Centroamérica.  Preguntado sobre los desafíos del puesto, contestó así: «Buscar más agua para las operaciones.» 

Un poco más de cuatro años han transcurrido desde entonces, y ¿que ha hecho Ricaurte Vásquez sobre este desafío?  Absolutamente nada!  Pero, ¿qué puede hacer, me pregunto, si el presidente no le hace el menor caso?  Renunciar y explicar al mundo ¿por qué, como Ministro para Asuntos del Canal, firmó con Martin Torrijos de Presidente, la Ley 20 de 27 de junio de 2006, derogando la ampliación de la cuenca del canal que hizo Perez Balladares con la Ley 44 del 31 de octubre de 1999?  Cuando termine de explicar eso, podrá también explicar, ¿por qué como ministro de Asuntos del Canal, firmó con Martín Torrijos la Ley 28 del 18 de julio de 2006, cuyo Artículo 4 dice así­:  No se construirán embalses para el funcionamiento del tercer juego de esclusas.»

Dice Aristides Royo que no habrá embalses si los residentes no quieren, y que son unos dos mil de ellos.  ¿Qué pensará el mundo de esto?  Pensará y tendrá razón, que nosotros los panameños somos unos chiquillos jugando como si fueramos adultos, custodios del Canal de Panamá, pero ya que hemos metido la pata, o que hemos tenido mala suerte, no nos consideramos responsables.  Somos infantiles… despues de todo. 

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