Por: Alfonso Fraguela.
Llegó diciembre y con él mercadeo sofocante que te invita a salir a comprar regalos, y hacer los preparativos para la noche buena.
Cuando era un niño, era la fecha más esperada con lista de regalos en mano del Castillo del Millón y de la Juguetería de Félix, para que Santa me trajera el último juego de mesa del momento.
Estoy por cumplir 58 años, en mi época los juegos eran unas maquinitas personales que, frente a los juegos tecnológicos de ahora, representaban jugar con unas piedras.
Lo cierto es que mientras envejeces, valoras otras cosas más importantes que el regalo tan esperado. Pides a Dios salud, éxitos en los negocios, estabilidad económica, paz familiar y larga vida.
Lo que me parece es propicio, es que estas fechas que son las anheladas para los niños, nos sirvan para los adultos para reflexionar, y evaluar lo que hemos hecho durante este año que está por terminar.
Pensando con ello, en la posibilidad de corregir errores cometidos, que quizás requieran una atención inmediata, o simplemente ofrecer disculpas a esa persona a quien pudimos haber ofendido, y es hasta ahora que entendemos el daño ocasionado.
Estas fechas son las apropiadas para tomar el café prometido, acercarnos a los amigos y familiares que quizás por el giro propio de nuestras vidas, los hemos dejado de lado, pero nunca los hemos olvidado.
Es el momento de reír de las anécdotas viejas, contadas cada año o en cada reunión familiar y disfrutarla como si fuera la primera vez que las escuchamos.
Es el instante de agradecer a Dios, seguir con vida, de tener a los amigos que me ha presentado a lo largo de los años, y con los cuales disfruto su compañía.
Navidad es el tiempo de perdonar a quien te traiciono, te irrespetó y que no te supo valorar, es el periodo de pasar la página para que esas cadenas emocionales que arrastramos que hemos recibido como legado desaparezcan y poder enfocarnos en cosas positivas, porque la vida pasa muy rápido.
No podemos pasarnos la vida coleccionando rencores, por el contrario, debemos tener un equipaje ligero que nos permita ser recordado, y expresar nuestra gratitud por esa compañía.
No soy un gurú, ni un filósofo soy un ciudadano que aprendió que lo valioso esta en lo simple, en lo auténtico y en la amistad.
Por eso no quiero dejar pasar el momento, sin desearles lo mejor en esta Navidad y en Año Nuevo 2025, Muchas Felicidades.