Por: DICKY PANAY
La sociedad panameña a raíz de institucionalizar la corrupción como un mecanismo de acumular riqueza, atraviesa un proceso sistemático y creciente de deterioro moral, social y político que tiene consecuencias económicas significativas y específicas que comienzan a manifestarse más visiblemente en estos tiempos de cambios mundiales generalizados.
La corrupción es como el terrorismo: deja victimas inocentes por todos los rincones, adquiere formas insospechables y aparece cuando menos lo imaginas. Vista desde el punto medico es un cancer casi metástasico que si no se interviene te cuesta la vida misma.
Como lidiará con la corrupción la sociedad panameña es el primer dilema. Seguiremos en la senda de robar sin hacer, robar y hacer o simplemente robar sin ética ni moral hasta cuando todo se colapse, toquemos fondo y una nueva generación radical de izquierda o derecha o sin ideología definida se encargue del país, o nos invadan por incapacez en fin, estos son los escenarios si sigue la corrupción y no juzgamos a los corruptos y le hacemos devolver lo robado y algo más.
La otra parte de este dilema está en el potencial que tenemos como país y que solo una parte de la sociedad usufructúa plenamente hoy debido a dos factores: la capacidad institucional nacional no promueve el crecimiento y desarrollo de la población y por otra parte, la educación nacional no está a la altura de incorporar por iniciativa autónoma a la mayoría de la población a la estructura económica.
Seguir en la ruta de la corrupción nos amenaza permanentemente y a la vez es una debilidad estructural del modelo de gestión social y política, y no incorporar la población al potencial de riqueza nacional sería desaprovechar una oportunidad e ir en contra de las fortalezas que tenemos.
En una síntesis de opciones del ciudadano frente a las elecciones de las nuevas autoridades que regirán la gestión pública del 2024-2029 se resumen en escoger una papeleta que represente un cambio o un salto al futuro y a la vez que sea capaz de corregir los entuertos y recuperar la decencia para avanzar por los caminos de la prosperidad de la sociedad panameña.
Cuando te dicen que el futuro está en tus manos es literalmente verdad.