Por Julio Bermúdez Valdés
Para Panamá Hoy
La tarde del nueve de enero de 1964, la frontera entre Panamá y la colonia norteamericana conocida desde 1903 como The Canal Zon,e fue una tormenta de piedras contra tiros. Visto a una distancia de 60 años se proyecta como una hazaña del corazón contra el acero. Nada indicaba aquel día que una indignación armada de palos, botellas y palabrotas, contra el armamento de un ejército fuera, a futuro, la base sobre la que se elevara la consolidación del Estado Nacional panameño. La sangre a la mar teñía de patriotismo profundo, diría Changmarín en una de esas, sus décimas egregias, que por años enfrentó la indiferencia inicial. Sí, la indiferencia inicial.
Sucede que el acto en sí, aquel enero de 1964, fue tenido por varios años con una acción de delincuentes. Tanto que las primeras conmemoraciones de La Gesta hubo que realizarlas casi clandestinamente, y los dirigentes debieron volverse expertos en la evasión de la represión. Asi que desde esos mismos años comenzó una batalla por sustentar el valor histórico de la fecha, contra aquellos que pretendían negarla.
En 1964 los colegios públicos panameños extendían sus clases hasta los primeros días de febrero, pero al año siguiente, el calendario fue recortado hasta diciembre, con el evidente propósito de impedir acciones conmemorativas. No era una fecha oficial, por mucha sangre o por muchos mártires…o por mucho dolor. Así que es bueno saber quién estaba de qué lado para entender las maniobras de esos años. Porque el nueve de enero de 1964 fue una osadía, tan grande como cuando Prometeo de robó el fuego a los dioses.
La Gesta resumía décadas de descontento popular, contenido solo por la fuerza de los gobiernos oligarcas de turno, la represión de la guardia nacional y las molestias que siempre exteriorizaron los gobiernos de Estados Unidos, y en particular las autoridades de The Canal Zone.
¿Quién estaba de qué lado? ¿Y por qué fue considerado inicialmente como un acto de maleantes? De lado de la Nación estaban los sectores populares. Porque el nueve de enero de 1964 es un hijo genuino del pueblo, por el germen que lo puso en el escenario histórico, por su paternidad y por la batalla que debió realizar en los años siguientes para que fuera aceptada como una fecha patriótica.
Y he allí la segunda victoria de los mártires. Hoy es una fecha oficial, que acogen incluso quienes los negaron inicialmente. Montados sobre los hombros del pueblo del que provenían, en los años que les siguieron, los mártires fueron consignas en las calles, poemas en las venas, dolor en las entrañas del país, sangre y voz nutriendo a nuevas generaciones.
Fue la Gesta la que dio origen a las nuevas negociaciones, que inicialmente, en 1967 se expresaron en los inconclusos Tratados Robles-Johnson, y más tardes en los Tratados Torrijos Carter, que le devolvieron al país su soberanía, su principal recurso natural y su dignidad nacional. Sin Nueve de Enero no hubiera habido siete de septiembre de 1977, ni primero de octubre de 1979, y menos 31 de diciembre de 1999.
No hubiera habido la anualidad que hoy recibe el país como aporte de un Canal que parece una empresa extranjera sustentada en los viejos pilares de la The Canal Zone. ¿Por qué sigue existiendo una Autoridad del canal como si fuera un gobierno paralelo, con reglas propias y a veces hasta distante de lo que es el país?
Las conmemoraciones del pasado nueve de enero dieron una primera victoria al país: consolidar su estado nacional; y una segunda, el reconocimiento patriótico de una acción de carne y hueso, que ahora ocupa su sitial en la memoria histórica de Panamá. Falta una tercera: la devolución al pueblo de los recursos que va dando el Canal. (JBV)