Las elecciones europeas y en EE.UU. y las guerras en Gaza y Ucrania marcarán la agenda.
El año que se acerca, 2024, vendrá marcado en la arena internacional por citas electorales a las que están convocadas 4.000 millones de personas, y por conflictos en marcha que han puesto en jaque el derecho internacional.
“Será un año especialmente trascendente“, asegura Pol Morillas, director del Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB), marcado por las urnas y las armas“.
El centro de análisis alerta del peligro de la desinformación alimentada por la Inteligencia Artificial y de la creciente impunidad ante la falta de instrumentos de gobernanza global.
Elecciones y guerras coinciden en 2024
El CIDOB, que ha cumplido sus 50 años, ha presentado la nueva edición de sus Notas internacionales, con el título El mundo en 2024: diez temas que marcarán la agenda internacional en la que analiza las tendencias para los próximos 12 meses.
Meses en los que se celebrarán comicios en Rusia, la India, EE.UU., Indonesia, Taiwán, Venezuela y al Parlamento europeo, bajo la sombra de las guerras en Gaza y Ucrania y de otros conflictos bélicos más olvidados pero igualmente sangrientos, como los de Sudán o Yemen.
“Hay elecciones que pueden definir guerras, y conflictos que pueden definir elecciones“, ha resumido Carme Colomina, coordinadora del informe.
Así por ejemplo en las elecciones presidenciales estadounidenses (noviembre), donde el conflicto de Gaza puede influir en la movilización a favor de Joe Biden, pero que tendrá consecuencias para la relación con Israel, el envío de ayuda a Ucrania, la competición con China o la relación trasatlántica.
En el caso de países como Rusia, donde Vladímir Putin se presenta a la reelección en marzo, los regímenes autoritarios usarán las convocatorias para legitimarse.
En la Unión Europea, habrá que observar si se confirma el ascenso de la extrema derecha que apuntan las encuestas, no solo en las elecciones a la Eurocámara (junio), sino en los comicios nacionales de Austria y Bélgica. “Habrá que ver las consecuencias, si tras el coqueteo del PP europeo hacia el Grupo de los Conservadores y Reformistas [del que forman parte formaciones de ultraderecha como Vox o Fratelli d’Italia] habrá una tentación mayor de buscar mayorías alternativas“, apunta Colomina.
Otro interrogante del ciclo electoral es el papel de la desinformación y la Inteligencia Artificial (IA). “Si 2016 fueron las elecciones de la posverdad, veremos si estamos ante un nuevo marco“, ha explicado Colomina. “Hemos visto precedentes en Pakistán y la India de desinformacion e IA para influir en opinión pública“.
Escalada en Gaza, estancamiento en Ucrania
Los analistas del CIDOB han prestado especial atención a las dos guerras que actualmente captan la atención mundial.
El conflicto en la Franja de Gaza está siendo el más sangriento en la región en décadas. “Gaza será determinante en la región de Oriente Medio y Norte de África —ha explicado Moussa Bourekba—. El escenario regional es extraordinariamente volátil, el riesgo de escalada es mayor que la probabilidad de una desescalada en los próximos meses“.
“La ecuación es muy difícil“, ha añadido, pues mientras el gobierno israelí reitera que no va a detener sus ataques hasta erradicar a Hamás, “los actores regionales e internacionales creen que este objetivo es imposible, y que ante el balance humano hay que detener esta guerra“.
Bourekba ha dibujado dos tendencias: un creciente aislamiento diplomático de Israel y la intensificación de las presiones de EE.UU. y de “actores europeos” para un alto el fuego sostenible o permanente. “La forma en que Israel proseguirá con la tercera fase de su escalada militar será determinante”, ha añadido el investigador, al igual que su pulso con Washington para definir cuál será el estatus de la Franja en la posguerra.
Además, para Bourekba “la regionalización del conflicto ya es un hecho“, con los ataques de los rebeldes hutíes de Yemen a los barcos en el mar Rojo y la configuración de una coalición liderada por EE.UU. para evitarlos.
Respecto a Ucrania, Pol Morillas ha señalado las dudas que se acumulan sobre la estrategia del presidente Volodímir Zelenski. Parte de su gobierno y de las Fuerzas Armadas consideran que los objetivos de recuperar todo el territorio, incluida Crimea, no son realistas. “Por otro lado, la capacidad militar ucraniana no es tal ante un escenario de congelación del conflicto y de trincheras cavadas bien hondo por parte de Rusia“, ha agregado Morillas.
El director del CIDOB considera probable que la próxima administración de EE.UU., donde Donald Trump encabeza ahora mismo las encuestas para las presidenciales, será más “aislacionista”. “No verá a Ucrania como una cuestión de interés nacional principal. La UE, que debería tomar las riendas en sustitucion de la proactividad americana, aún no está a la altura, ni en ayuda económica para la reconstrucción, ni en materia militar y de defensa“.
El panorama se complicará para Zelenski y podría obligarle a abrir otra estrategia más centrada en la negociación, aunque para eso Morillas cree que habrá que esperar a los resultados en EE.UU. y a la evolución del debate en Europa.
América Latina: descontento y erosión de las instituciones
América Latina también vivirá otro ciclo electoral, con comicios en México, El Salvador o Venezuela, que se producirán en un contexto de “creciente descontento con la democracia en la región y la erosión de las instituciones“, según Anna Ayuso, investigadora para esta zona del mundo. “Se consolidan cada vez más gobiernos iliberales o crecientemente autoritarios“, ha añadido.
En Venezuela, que irá a las urnas en octubre, las posibilidades de que las elecciones sean “realmente competitivas” están “lejos”, según Ayuso. La debilidad de Nicolás Maduro de cara a la cita electoral explica el conflicto con Guyana, donde al menos se ha producido una respuesta regional (con la inciativa de Brasil, entre otros) que parece haberlo reconducido hacia una solución pacífica.
En el llamado Sur Global, el incremento del autoritarismo se refleja por ejemplo en la expansión de los BRICS, el grupo de países emergentes, con nuevos miembros más autoritarios, como Arabia Saudí, Egipto e Irán.
Otra de las tendencias a observar será el posible impacto de la desaceleración económica de China y su efecto en la deuda externa de países muy dependientes de las inversiones del gigante asiático.
Crisis de la legalidad internacional y aumento de la impunidad
“Estamos ante un mundo con un ciclo electoral intenso y con una conflictividad mucho mayor y más impunidad, una tónica que va a seguir“, ha expuesto Carme Colomina.
Conflictos como el de Nagorno Karabaj, Sudán o Yemen demuestran que “la crisis del sistema internacional surgido tras la Segunda Guerra Mundial sufre una aceleración de la desregulación de la fuerza, que probablemente empezó con la ocupación de Irak en 2003, siguió con la anexión de Crimea pero que se ha acelerado en los últimos meses“.
La impunidad va pareja a la “erosión” de la autoridad de las Naciones Unidas, como ejemplifica el pulso entre el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y el secretario general, António Guterres. “Podemos preguntarnos dónde están los límites de esta impunidad, si veremos puntos de confianza en un proceso de cambio, o al menos una conciencia colectiva de que hacen falta respuestas de gobernanza compartida“, ha expuesto Colomina.
“El derecho de veto en el Consejo de Seguridad es el nudo gordiano, si no se aborda es imposible una reconstrucción de la gobernanza“, ha apuntado por su parte Anna Ayuso.
La alternativa es un sistema internacional fragmentado en mecanismos de seguridad regionales, donde algunos países ejerzan de líderes.
Mientras tanto, la ONU sigue encontrando su razón de ser en la respuesta a las emergencias humanitarias y la protección a quienes quedan en situación de vulnerabilidad por las guerras o por las catástrofes naturales vinculadas al cambio climático.
CIDOB prevé que a finales de este año 2023 se añadan 14 millones de desplazados forzosos a los 114 millones que había en septiembre según el Alto Comisionado para los Refugiados (ACNUR). La falta de recursos de las organizaciones internacionales para afrontar estas emergencias puede provocar, advierte el centro barcelonés, un “desbordamiento humanitario“.
Por: Noticias Rtve.es / MIGUEL CHARTE.