Por Julio Bermúdez Valdés
(Especial para Panamá Hoy)


Del actual gobierno se podrá decir de todo, menos que ha sido represivo; tampoco que cerró puertas al consenso. Buscar entendimiento entre los sectores más disímiles ha sido su constante. Cada día cuando se presentan las portadas de los medios, las páginas electrónicas de televisoras y radios, o nos remitimos a las redes, queda en evidencia una amplia movilización de la opinión pública, desde las posiciones más conservadores hasta las más radicales. Es un prisma que sustenta la vida democrática del país como hacía muchos años no se veía.

Claro que se trata de un conjunto de manifestaciones, sanas unas, intencionadas otras, que igual dan forma y contenido al día-día panameño, pero lo sobresaliente es la dinámica que el propio gobierno imprime a esa cotidianidad, como sortea lo principal de lo subalterno, o lo bueno de aquella declarada posibilidad de imponerle agendas ajenas al tema país.

En la jerarquía de los problemas la lucha contra la pobreza es lo principal. Esa decisión de tratar de emparejar cargas para que nadie se quede atrás, eliminando las desigualdades de los llamados cinco Panamá. El ya desaparecido dirigente social Rubén Darío Sousa siempre convocaba a no perder de vista del bosque por ver el árbol, y la actual administración ha demostrado estar centrada en el bosque de los problemas que vive el país, sin dejarse entretener por árboles que tratan de ganar cámara, y menos por cáscaras de guineo.

En su momento miró las afectaciones que la pandemia le hacia al bosque, y lo alimentó con un programa Panamá Solidario, no solo para cubrir la ausencia del plato de comida, sino para garantizar la tranquilidad del bosque. Pese a los casi cinco mil millones de dólares en déficit fiscal, supo gestionar recursos para cubrir las urgencias y garantizar las inversiones.

Por estos días la antesala electoral da paso al debate y los señalamientos, y hay que ver las banderas que levantan los opositores. Desde un risible “no han hecho nada”, hasta la casi heroica bandera de la lotería electrónica. Pero bien, hay derechos que no se pueden negar a nadie, y menos si vivimos en democracia. Este país es de todos. (JBV).

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