“Cada persona en condición de calle es una historia muy triste. Cuando te sientas a conversar con ellos te das cuenta de los relatos desgarradores que vivieron de niños”, así lo expresó la licenciada Dalis de Herrera, trabajadora social de la Dirección de Gestión Social de la Alcaldía de Panamá.
En el centro de la ciudad de Panamá existen más de 700 personas en condición de calle, “esta situación empeoró con la pandemia, cuando, tanto nacionales como extranjeros, perdieron sus trabajos y el lugar donde habitaban”, dijo la trabajadora social.
Herrera también enfatizó que a esta situación se le añade el aumento de la población joven en condición de calle, sin embargo, “esto ha sucedido porque se ha querido normalizar el uso de sustancias ilícitas entre los niños y jóvenes, que muchas veces lo hacen por probar y por presión de grupo”.
“Tenemos hogares donde los padres son adictos y en algunas situaciones están privados de libertad. Estos niños quedan a la intemperie y a la disposición del consumo de drogas”, agregó la lic. Dalis.
La Alcaldía de Panamá ejecuta un programa titulado Habitantes de Calles formado en tres pases: Desintoxicación e inicio de proceso de rehabilitación, capacitación, y reinserción en todos los ámbitos.
Actualmente se realiza la actividad integral denominada Date una Oportunidad que tiene como objetivo tener un acercamiento con esta población, entendiendo que el habitar en las calles, ya sea por consumo de drogas, patologías mentales o por migración, representa una historia de dolor.
Mayormente las personas en condición de calle en Panamá consumen alcohol, cocaína y la denominada “piedra”.
En el corregimiento de Las Garzas, la Alcaldía de Panamá inició la construcción de un albergue que tendrá una capacidad para 200 personas, entre hombres y mujeres.
También, en El Polvorín, se ha restructurado el lugar para tener un dormitorio transitorio, donde la persona podrá ingresar, tener una comida, una cama, un baño, y de esta manera trabajar con el personal idóneo que tratará de una u otro forma cómo hacer entrar en razón al habitante de calle de que necesita ayuda para cambiar su vida.
“No es de manera obligatoria que ellos ingresan, debe ser voluntaria. Sus familiares la mayoría de las veces se desgastan buscando que ellos puedan cambiar hasta que se les dice que ellos mismos deben tomar la decisión de mejorar sus vidas”, acotó la trabajadora social.