La visita de la presidenta del Congreso estadounidense a Taiwán ha destapado una de las crisis que ha generado más tensión entre China y Estados Unidos en lo que va del siglo, y al mismo tiempo, ha removido los cimientos geopolíticos.

La incertidumbre se extiende por el agregado ruso/ucraniano, y por el elevado grado de globalización.

Taiwán cabe siete veces en Chihuahua; su extensión territorial alcanza los 35,801 kilómetros cuadrados y su soberanía se extiende alrededor de 166 islas. No es la misma isla que Japón se anexionó en 1895, ni la rechazada por Mao Zedong en 1934, cuyo deseo era que se independizara.

Taiwán tiene dos elementos que le atraen a China:

Su ubicación es estratégica porque, junto a Filipinas, Japón y Corea, Taiwán forma una fila de islas hostiles para Pekín. Esto representa una difícil navegación en el océano Pacífico. Las mallas submarinas de Japón, Taiwán y Estados Unidos detectan fácilmente el paso de los submarinos chinos.

Algo más, la hostilidad se revierte cuando hablamos de la relación entre Estados Unidos y estas cuatro islas. Son aliados. Corea, por ejemplo, alberga dos bases estadounidenses, y Japón, seis. Es claro que uno de los objetivos de China es desmantelar las alianzas de Estados Unidos en la región para lograr una salida hacia el Pacífico. Esto preocupa a Japón y Corea porque sus economías son marítimas.

Son años de disputa por las islas Parecel, en aguas ubicadas al sur de China; lo es también un archipiélago ubicado entre Vietnam, Malasia y Filipinas. Al unificarse Taiwán, China también podría disputar la soberanía de las islas Senkaku, un archipiélago japonés deshabitado.

Los mapas se mueven en el momento en el que una potencia expande sus objetivos globales.

Biden lo entiende. Su viaje a Asia el mes pasado tuvo como objetivo fortalecer sus alianzas, y en particular, acercar a Japón con Corea, dos países antagonistas a lo largo de la historia.

Un segundo elemento que diferencia a Taiwán en las últimas siete décadas es su industria de semiconductores. Tiene el 63% del mercado global. La industria de los teléfonos, aviones y paneles solares, entre otros, tienen mucha actividad.

El miércoles, El Economista publicó una entrevista con el embajador de China en México, Zhu Qingqiao. Interesantes sus puntos de vista sobre lo ocurrido a partir de la visita de Nancy Pelosi a Taiwán. El embajador indica que “emite una señal gravemente equivocada a las fuerzas separatistas de Taiwán, violando gravemente el principio de una sola China prometido por Estados Unidos”, y califica la visita como “provocación maliciosa”.

Al preguntarle sobre el riesgo que corren las relaciones diplomáticas bilaterales, el diplomático respondió: “La parte estadounidense debe tomar la decisión correcta para eliminar de inmediato la mala influencia de la visita de Pelosi, y crear la atmósfera y las condiciones necesarias para el diálogo y la cooperación”.

Para corregir y restablecer el statu quo anterior a la visita, el embajador señala que Biden debería de practicar tres principios. Uno de ellos: que “Estados Unidos no apoye la “independencia de Taiwán”. Otro de los principios es demostrar que “no busca una nueva Guerra Fría”.

Las palabras del embajador Qingqiao que mejor proyectan el objetivo principal de China sobre Taiwán son las siguientes: “Realizar la reunificación completa de la patria es la voluntad común de todos los hijos e hijas chinos, y es una tendencia histórica irresistible”.

Y para no dejar duda a los lectores de El Economista, el embajador señala: “Taiwán es el Taiwán de China, los compatriotas de Taiwán son nuestras familias carnales con la misma sangre, que pesa más que el agua”.

Por ElEconomista

Comparte

Write A Comment