Por: Julio Bermúdez Valdés
En una reciente reunión del presidente Laurentino Cortizo Cohen con gremios periodísticos se reconocía que la libertad de expresión se ha ejercido sin tropiezos en este quinquenio. Ni presiones ni agresiones de ninguna clase, dijo un destacado periodista que asistía a esa cita.
En realidad, el hecho forma parte de un estilo de gobierno, de una forma de administrar la relación del estado con la sociedad, y que hasta los ms críticos del actual gobierno deben reconocer.
El de Cortizo Cohen ha sido un gobierno de diálogo y consensos, que ha descartado por completo de su agenda la palabra represión, o negarle a cualquier sector el derecho a manifestarse, este a favor o en contra de determinado tema.
Mas recientemente, en las discusiones que han rodeado el Contrato minero tras su presentación en la Asamblea, lo primero a destacar ha sido la participación plural de los sectores que cuestionan el convenio.
Una abrumadora critica se ha manifestado como ha querido, cuando lo ha querido y en las condiciones que ha decidido sin que ninguna autoridad haya cuartado su acción, al extremo de que algunas de esas voces disidentes han incurrido en formas de lucha que afectan a terceros
Y es aquí hacían donde dirigido mi enfoque. No se tarta de que solo las autoridades cumplan con el sagrado derecho de respetar la libertad de expresión, o las discrepancias; ajustarse a la vida democrática exige conductas tanto al criticado como el que critica, sobre todo si los gobiernos admiten y respetan las acciones de los disidentes, convocan al dialogo y buscan salidas pacíficas a las crisis.
No es así en muchos países de la región. Subrayarlo no significa negar los progresos que ha habido en ese sentido, pero en ocasiones se recurre a formas de lucha superadas por la historia, sin considerar que ante los centenares de manifestantes que marchan por las calles, o las bloquean, hay millones de panameños que ven violentados su derecho a movilizarse hacia sus trabajos, aun cita médica o a alguna gestión económica. Disentir no significa hacer con otros, lo que nos negamos a tolerar en contra nuestra. (JBV)