Con un legado que destila el ADN panameñista en su sangre. Carlos Raúl Piad H, continua su recorrido nacional, buscando unir a las bases panameñistas, sin más aspiración que devolverle, como él mismo afirma, su fuerza, su orden y su propósito al Partido del cual su abuelo fue fundador y su padre activo militante, con una visión moderna, coherente y cercana a las bases.
Coherencia y compromiso
Con una trayectoria marcada por la honestidad, Piad reitera que no busca posiciones personales, sino reconstruir un partido que vuelva a inspirar confianza. “El que mucho abarca, poco aprieta”, recuerda al señalar los errores del pasado, cuando algunos dirigentes concentraron múltiples cargos, alejándose de las bases y debilitando la institucionalidad del partido.
COMPROMISOS DE CARA A TODA SU MEMBRESÍA
- Como primer paso para enrumbar el partido, Piad, en su recorrer nacional se ha comprometido a que tanto él como los miembros de la Junta Directiva no se postularán a cargos de elección popular, con el propósito de dedicar su gestión y su tiempo al fortalecimiento y buena administración del partido.
- Más democracia interna: devolverle poder a las bases, a los convencionales, a las mujeres y a los jóvenes en cada provincia.
- Transparencia real: establecer mecanismos de rendición de cuentas para que quienes administren recursos respondan ante las bases.
- Formación política: crear programas permanentes para preparar nuevos líderes con ética y compromiso social.
- Orden y disciplina: garantizar que la palabra dada tenga valor y que el partido funcione con reglas claras y justas.
Para el candidato Piad un partido sin reglas claras se desorganiza; en cambio un partido con normas justas se fortalece. «Los nuevos estatutos deben ser la base de un panameñismo que vuelva a inspirar confianza en sus miembros y orgullo en sus simpatizantes,” destacó.
Un solo sombrero, una sola palabra
Carlos Raúl Piad sostiene que llevará a cabo un liderazgo diferente: coherente, cercano y comprometido con devolverle al Partido Panameñista su papel histórico. No busca reconocimientos, busca resultados. No promete cargos, promete trabajo dejando un mensaje claro a los más de mil convencionales: “No vine por mí, vine por el partido. Porque cuando trabajamos juntos, volveremos. Y como decía Arnulfo: Vox populi, vox Dei. La voz del pueblo es la voz de Dios.”