Por décadas de las cuales ya perdimos la cuenta, los sindicatos de trabajadores han arrodillado al país y a sus gobernantes, manejándolos a su antojo y para su propio beneficio, según fuera la circunstancia.
Nacidos a la sombra del gobierno de la bota militar un 10 de septiembre de 1972, específicamente SUNTRACS, se crea con la idea de convertirse en el brazo aliado de dictadores, quienes los convocaban cada 1ro de mayo, o en las grandes concentraciones que cualquier militar de turno a través de su presidente títere de la época, se le ocurría.
El discurso desfasado, más que gastado y sacado de alguna novela comunista, donde el centro era la lucha de las clases sociales, acabó por enterrarlos poco a poco, no solo a nivel mundial , sino en Panamá, donde sus «líderes de papel», hoy enfrentan la justicia inexorable, a sus desenfrenos económicos, saqueos de fondos del estado, y hasta posible blanqueamiento de capitales, mientras las bases calladas, miran con tristeza caer a sus ídolos de barro.
Y muchos tal vez pensarán que se trata de la trillada frase «persecución política». No señores, luego de quedar evidenciado de donde, de forma extraña recibían fondos de países muy vinculados al comunismo, de ver como ciertos dirigentes cuyos salarios jamás habrían podido reunir sumas exorbitantes para inocentemente transferirlas por celular, encontrárseles fincas, propiedades, autos y mucho más, no queda menos que cortar de raíz cualquier posible cultivo de corrupción por incipiente que pueda parecer.
Acabaron con una industria próspera en Puerto Armuelles, por mucho tiempo frenaron obras tan importantes para el país y el mundo como lo fue los trabajos de ampliación del Canal y ahora más recientemente han terminado de sepultar a Bocas del Toro. Todo lo anterior sin contar el caos que derraman con sus cierres que violentan el derecho de los transeúntes, los actos vandálicos y las afectaciones a ciudadanos inocentes que por mala suerte se encuentren en medio de estas reyertas.
Les llegó un presidente a quien no le tiembla la mano para ponerlos en cintura, para colocar a cada cual donde deba estar, para frenar los actos delictivos con matices internacionales y para devolverle la tranquilidad a los ciudadanos que pagamos nuestros impuestos y queremos poder movilizarnos en un clima de paz, de tranquilidad, sin miedo a que en cualquier momento nos ataquen por circular en nuestros autos en alguna vía cerrada por estos trabajadores del caos.
Levantar a Bocas del Toro no será tarea fácil después de que sus propios hijos acabaron con la provincia. Pero al menos, los buenos ciudadanos y ciudadanas que allí habitan, pueden tener la certeza que hacia allá está encaminada la visión y trabajo de las diferentes entidades de gobierno, quienes ya se activan para llevar solución, llevar proyectos y si hay voluntad de vivir sin miedo, promocionar inversiones que no se vean presas de grupitos sindicalistas nefastos.