Por: Juan Manuel Castulovich Jurista
Por cuanto el triunfo de Atheyna Bylon, en las semifinales, coincidió con el primero de los encuentros anunciados por el presidente Mulino para encauzar las soluciones a la crisis de la seguridad social, este transcurrió en un clima festivo, como lo reflejaron los reportes aparecidos en los medios de comunicación; pero poco o casi nada ha trascendido sobre lo conversado y, mucho menos, sobre las posiciones que pudieron haber planteado los participantes.
El cronograma esbozado, que comenzó a correr con ese primer encuentro, debe concluir, según ha manifestado la presidencia, con la aprobación en diciembre de 2024 y la ejecución, a partir de enero del 2025, de las “formulas salvadoras” del Seguro Social, y más específicamente del Sistema de Pensiones.
Por tanto, no hay espacio para las dilaciones y todos los actores, comenzando por el Órgano Ejecutivo, las dirigencias políticas y el director designado deben comenzar a poner “sus cartas sobre la mesa”, lo que traducido a acciones concretas significa que deben informar “qué es lo que, proponen”.
Como la esencia de la crisis es, primero, ideológica y, segundo, gerencial, en ese mismo orden deben informar al país, pero primero y, ante todo, a los dueños de la institución, los asegurados en activo y los pensionados, cuál es su posición, sin arandelas ni maquillajes.
La esencia fundamental de los sistemas de seguridad social es la solidaridad, basada en su concepción unitaria. Y como no es un secreto que varios de los sectores que han expuesto sus posiciones han propuesto alternativas orientadas a la privatización y al fraccionamiento del sistema, importante y obligatorio es que ese aspecto esencial se defina, previa y claramente.
Posponer la dilucidación de las ambivalencias posicionales sería fuente de confrontaciones que, por previsibles, deben evitarse.
El segundo factor, responsable de la degradación de la seguridad social, ha sido la inefectividad gerencial de quienes la han manejado; ha sido un error reiterado usar como criterio para la selección de su máximo responsable, sus antecedentes médicos o tecnológicos. Los resultados están a la vista.
La Caja necesita que al frente de ella esté una persona con altas capacidades gerenciales, asistida por una Junta Directiva que sea coadyuvante, en lugar de obstáculo y orientada a cuestionables propósitos.
Si el presidente acertó con la designación del nuevo director está por verse. Todos deseamos que así sea; pero los hechos y los resultadas serán el mejor juez. Por lo pronto, para que podamos saber, “por dónde irían los tiros”, tanto el designado como todos los que están supuestos a ser orientadores o determinantes de las eventuales soluciones, debieran responder a un cuestionario de preguntas básicas:
¿Cree usted que la esencia de la Caja del Seguro Social y, especialmente, del Sistema de Pensiones, debe ser la solidaridad?.
¿Cree usted que convendría, como ha sugerido el actual ministro, que deben integrarse los servicios de atención de salud que presta la Caja del Seguro Social con los que constitucionalmente está obligado a prestar el Estado a la población en general?.
¿Considera usted que la Caja del Seguro Social debe ser fraccionada para separar los servicios de salud y su administración financiera?.
¿Considera usted que las cuotas retenidas y no entregadas a la Caja del Seguro Social deben ser declaradas imprescriptibles?.
¿Estaría usted de acuerdo o en desacuerdo con que la primera y urgente medida para salvar el Sistema de Pensiones sea que el Estado aporte los fondos necesarios para solventar su pronosticado déficit de Caja?.
¿Considera usted que sería conveniente privatizar alguna de las actividades que actualmente competen a la Caja del Seguro Social y, en caso afirmativo, cuáles?.
¿Está usted de acuerdo con las denominadas “medidas paramétricas”? En caso afirmativo, ¿cuáles?.
Con seguridad, quienes lean este escrito podrían aportar interrogantes adicionales.