Por: Alfonso Fraguela

El presidente Electo José Raúl Mulino ha sido muy cuidadoso, desde que el Tribunal Electoral anunció su triunfo en las elecciones del 5 de mayo pasado.
Esto debido a la conformación del equipo de gobierno, que lo acompañara en los retos nacionales e internacionales que ha prometido cumplir para recobrar la imagen del país y devolver la confianza ciudadana.
El nuevo inquilino del Palacio de las Garzas ha sido cuidadoso en la selección del recurso humano que formará parte de su gestión, asignándole objetivos ambiciosos, que den una estremecida a la percepción de la administración publica que deja el gobierno saliente.
El tema Minero, la luz, la economía, el trabajo, la educación, la salud, la CSS, la basura, las calles, la Administración de Justicia, la Reforma Constitucional, las deudas que deja el buen gobierno, son murallas tan altas que parecen imposible superar, pero que será necesario hacerlo evidenciar un cambio drástico que empezará a vivir nuestra patria a partir del 1 de julio de 2024.
En otras palabras, el primero de julio marcará un antes y un después en la Cosa Pública.
Esto sin olvidar ni dejar de lado, la principal obra del gobierno entrante que es la construcción del tren Panamá Chiriquí, que fue anunciado la semana pasada, y que espera estar terminado en 6 años.
Son muchas expectativas las que existen actualmente, y la esperanza del ciudadano es mejorar su condición de vida en una forma digna y estable, dejando de lado las demagogias propias de los torneos electorales, y de quienes llegaron al poder y se olvidaron de esos compromisos sociales.
Sabemos que gobernar no es fácil, pues siempre existirá alguien insatisfecho porque lo que esperaba obtener nunca llegó. Pero esos serán los menos, la voz del pueblo panameño fue clara y manifiesta en los comicios pasados.
La sociedad no quería lo que hay, y eligió a alguien que pusiera la casa en orden, para evitar manejos irregulares y escándalos mediáticos, que todavía ocupan sitiales en los medios de comunicación.
Panamá deberá enfrentar cambios importantes como consecuencia del golpe de timón del nuevo presidente, para recobrar el lugar que teníamos antes, alejados de la confrontación y el revanchismo.
La política finalizó, ahora nos toca meterle el hombro al país desde todos los sectores para que esto camine y prospere aliviando el malestar acumulado durante varios años.

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