Por: Alfonso Fraguela
Ya inicio el principio del final, la última conmemoración del día de los difuntos, la última celebración de la separación de Panamá de Colombia, el último día de nuestros Símbolos Patrios, y así sucesivamente hasta culminar con la entrega del poder a quien resulte electo en la elección general de 5 de mayo de 2024.
El final del gobierno es inminente caracterizado con muchos más desaciertos dentro de la báscula que mide la gestión gubernamental, con un desgaste tan notorio, que será una autentica hazaña lograr ir a pedir el voto para sus huestes durante este proceso electoral.
Las protestas que se han generado durante este lustro parece que serán las características de estos 5 años de gobierno, con una ligera ventaja que le ha otorgado la pandemia para no ejecutar ni cumplir su programa de gobierno, invocando fuerza mayor. Lo cierto, es que en este momento los ciudadanos de este país debemos evaluar qué queremos hacer, y si estamos cómodos y felices con lo que hoy tenemos.
También no es menos cierto que en caso de querer darle un giro la historia nacional deberemos, emplear los instrumentos constitucionales y legales para lograrlos, basados en la democracia.
Panamá en este momento, tiene tanto candidato presidencial como marcas de detergentes para la ropa. Cada uno de ellos se presenta con propiedades que quitan el mal olor, el percudido de la ropa, con saca manchas y todo lo que uno quiera para para dejar las prendas de vestir agradable al tacto y ocasionando la comodidad al hacer uso de ellas.
Pero en la realidad que nos ocupa no funciona de esta manera, debido a que el rumbo del país se puede cambiar por un voto, ya que de eso se trata la democracia. En otras palabras, si los candidatos no se ponen de acuerdo, y deponen los egos, para hacer un frente común de rescate de la nación, el margen de que las cosas cambien se complica haciéndose remoto.
Se ha reiterado la necesidad de un gobierno de coalición nacional, donde todos participen. En el cual exista una moratoria de cinco años en las críticas y descalificaciones, motivando que éstas se vayan de vacaciones enfocándonos solamente en los objetivos del país, para reparar los huecos y perforaciones que tenemos en el Buque del Estado panameño, que nos han llevado a hundirnos en medio del océano de la esperanza y de los mejores tiempos.
Somos solamente nosotros, los que podemos hacerlo exigiendo a nuestra clase política que lo haga, si realmente queremos iniciar un proceso de sanación que nos permita aprender de los errores y continuar evolucionando.
La lección aprendida para quienes gobiernan y para quienes pretendan gobernar es que el pueblo siempre tendrá la última palabra, y que el pueblo pone y el pueblo quita a quienes distancien de él. Estas máximas, deben tenerlas presente en la cabecera de la cama, todos aquellos que aspiren sentarse en la Silla Presidencial.