Es hijo de Álvaro Noboa, magnate bananero y cinco veces candidato a la presidencia.
Daniel Noboa, ganador de las elecciones de Ecuador y el presidente más joven del país con 35 años, ha dado la sorpresa en la política nacional al derrotar a la candidata del correísmo, Luisa González, pero no es un desconocido en los ámbitos de poder del país.
Empresario y diputado, candidato de Acción Democrática Nacional (ADN), es miembro de una de las familias más ricas de Ecuador. Ahora llega a la presidencia con la promesa de empleo y mano dura contra el narcotráfico, pero con un mandato limitado a año y medio y sin apoyo suficiente en la Asamblea para aprobar leyes.
Vástago de una de las familias más ricas de Ecuador
Nacido en Miami y formado en Estados Unidos, donde estudió Gestión empresarial y pública, Noboa es el mayor de cuatro hermanos en una familia de grandes empresarios y políticos.
Su abuelo, Luis Noboa Naranjo, fue empresario de la alimentación y uno de los hombres más ricos de Ecuador en su época.
Su padre, el magnate bananero Álvaro Noboa, fue cinco veces candidato presidencial y las cinco fue derrotado, aunque llegó en varias ocasiones a la segunda vuelta. Su madre, Annabella Azín, es médica, y fue también diputada y candidata a la vicepresidencia. Ambos llevan a cabo desde hace décadas una labor de asistencia social en barrios desfavorecidos a través de sus fundaciones, lo que ha podido ayudar a su hijo a recabar apoyos en esos sectores.
Diputado entre 2021 y 2023, Daniel Noboa presidió la Comisión de Desarrollo Económico y fue centro de una polémica por organizar el viaje de varios diputados a Rusia (que importa bananas ecuatorianas) en plena guerra con Ucrania. De la Asamblea Nacional se lanzó a la carrera presidencial al frente de Acción Democrática Nacional, una organización creada a su medida. Antes de la primera vuelta, no pasaba del 5 % en las encuestas, pero ha acabado dando la sorpresa.
“No proviene de la oligarquía tradicional ecuatoriana“, sino de la “clase media de comerciantes del interior“, explica a RTVE.es Francisco Sánchez, director del Instituto Iberoamérica de la Universidad de Salamanca. “Son ricos, pero en cierta forma outsiders. Incluso tuvieron un litigio por el testamento del abuelo“, añade.
Sánchez cree que Noboa “se representa a sí mismo“, pero destaca el discurso “religioso y conservador” del padre. “Son candidatos pro-mercado, evidentemente, y con una visión de la política social asistencialista“.
María Dolores Ordóñez, investigadora del Instituto de Estudios Latinoamericanos (IELAT) de la Universidad de Alcalá (Madrid), considera que a Noboa “lo destinaron desde temprana edad para algún día llegar a esto“.
“Él se autodescribe su posición como de centro-progresista, o ‘progresismo responsable’. Podemos ubicarlo en una derecha con aires renovados, que no sería la rancia derecha tradicional que conocemos en el país“, abunda Ordoñez.
Noboa no se ha visto implicado directamente en ningún caso de corrupción, aunque las empresas de su familia tienen deudas con la Hacienda ecuatoriana por impago de impuestos y ha sido denunciadas por explotación laboral.
Ordóñez considera que el nuevo presidente debe compensar la “desconexión con el pueblo, con gran parte de la población nacional” con “carisma” o una “aproximación más personal a los sectores populares, en términos de discurso y conexión como personaje”. “Si no, puede perder terreno y confianza muy rápidamente“, advierte.
Empleo, seguridad y alejamiento de la polarización
La grandes apuestas de la campaña de Noboa para las elecciones han sido el empleo y la seguridad.
El candidato ha prometido reactivar la economía y un gran plan de empleo, reforzar la dolarización y la disciplina fiscal, e incentivos a las inversiones. Su candidata a la vicepresidencia, Verónica Abad, que ha sido tachada de “trumpista”, va más lejos y propone la privatización de los servicios públicos.
Ordóñez prevé que, una vez en la presidencia, Noboa se mueva “entre un liberalismo evidente y un cuidado en la política social, esperemos que frenando la privatización que ya ha iniciado con mucha fuerza el gobierno de Guillermo Lasso“.
En seguridad, el tema que ha marcado las elecciones tras el asesinato del candidato Fernando Villavicencio, Noboa ha prometido más mano dura, con propuestas como que los convictos sean recluidos en barcos-prisión, el uso de la tecnología para combatir el crimen, penalizar el consumo a baja escala o la utilización del Ejército.
Además, el candidato de ADN ha jugado bien la carta de la moderación frente a su rival, Luisa González, lo que le ha permitido recoger los votos de quienes, sin ser partidarios del correísmo, tampoco se consideran anti-correístas.
“El correísmo tiene un techo en el 46,5% de los votos, es clavado el resultado en estas elecciones y las de 2021“, explica Francisco Sánchez. “Noboa ha llegado al voto joven, menos ideológico, que empatiza con el candidato. Es un candidato refugio en un escenario polarizado“.
La investigadora del IELAT cree que esa distancia de la polarización, si se mantiene, favorecerá al nuevo presidente. “Hay hartazgo de la población con la polarización que no permite poner en el debate público los temas que preocupan“, asegura.
Un equipo sin experiencia en una Asamblea sin mayoría
Noboa ha cumplido el sueño de su familia, pero su mandato será breve, de apenas 15 meses, hasta completar la legislatura 2021-2025 (el actual presidente, Guillermo Lasso, decidió dejar el cargo y forzar estas elecciones extraordinarias); y sin un apoyo firme en el Legislativo.
“No hay una mayoría parlamentaria que le sostenga – advierte Francisco Sánchez. – El correísmo tiene la mayoría. Noboa no cuenta ni con el 10 %, y necesita el 50 % para aprobar leyes“.
El director del Instituto de Iberoamérica prevé que se conformen “coaliciones negativas” contra el correísmo, pero vaticina que será a cambio de negociar la asignación de recursos, cargos y competencias. “Y todo eso para un año y medio de gobierno“, apostilla.
Tampoco está claro cómo conformará su equipo el nuevo presidente. “Serán gerentes de empresas amigos de él – declara Sánchez. – En ese sentido, se parecerá al gobierno de Lasso, con personas que no tienen ni idea de cómo funciona el Estado, que tiene unos límites y procedimientos diferentes al sector privado. Por decirlo de alguna forma, van a tener que gestionar una empresa quebrada“.
María Dolores Ordoñez cree que puede ser una ventaja que el nuevo Ejecutivo esté compuesto de “personas que no han estado conectadas con la función pública, jóvenes formados fuera, relacionados con el sector privado“. “Eso le puede dar una cara nueva a un gobierno sin que esté contaminado por los mismos políticos de siempre”, explica.
Pese a las dificultades, la victoria le da la oportunidad a Noboa para iniciar su campaña de cara a un segundo mandato, este sí completo.
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