Por: Julio Bermúdez Valdés.
(Especial para Panamá hoy)
Será un lugar común decirlo, pero todo el mundo sabe que los niños son el futuro de la humanidad. Entonces… ¿por qué hay quienes se ensañan contra ellos? Claro que no es una situación nueva. En Alejandría, Terenci Moix, ya fallecido, narra que, en la rutina de esa vieja ciudad romana, el abuso contra los niños era normal, sobre todo en los burdeles… cualquier tipo de aberración.
Por suerte, y pese a todo, hay hoy una significativa parte de la población mundial que rechaza tales prácticas, pero la situación de los niños sigue siendo una batalla encarnizada entre depravados y defensores de los menores.
La existencia de UNICEF es una evidencia del grado de conciencia y de defensa que existe hoy respecto a ese tema, pero, las acciones contra menores, desde malos tratos hasta violaciones, constituyen una evidencia de que el problema no solo no han sido superado, sino que en muchas latitudes va en aumento. Sobre todo, en lo que a la trata de personas se refiere.
En este ultima realidad, los abusos van desde violarlos y sodomizarlos, hasta la extracción de órganos para la venta en el mercado negro, pasando por mano de obra esclava y otros crímenes, como los huérfanos encontrados en las migraciones que ocurren hoy en el mundo.
Se calcula que, hasta 1000 millones de niños, de entre 2 y 17 años en todo el mundo fueron víctimas de abusos físicos, sexuales, emocionales o de abandono en el último año, de acuerdo a la UNICEF. ¡Mil Millones de niños…!
Al respecto la meta 16.2 de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible es «poner fin al maltrato, la explotación, la trata y todas las formas de violencia y tortura contra los niños», indica la misma fuente.
Entre organizaciones como la UNICEF y los gobiernos desarrollan acciones importantes para detener este drama, pero “mil millones de niños maltratados y abusados” demuestran que esos esfuerzos no son suficientes.
Así, porque la misma sociedad, que debía ser su primera trinchera de defensa, permanece impasible en muchas ocasiones, y ese estado de casi indiferencia se transforma en estímulo para los infractores, valiéndose de la indefensión de un niño.
¿Cómo es posible que un adulto agreda a un niño…lo abuse… lo maltrate? ¿Qué pasa?
La sociedad debe cambiar su actitud, estar más vigilante ante estos hechos, que atacan con particularidad a los hijos de los sectores menos favorecidos, carentes de toda protección. Junto a la vigilancia de la sociedad, los estados deben incrementar las penas para desalentar esta infracción criminal.
Los niños son sagrados, no solo porque sean el futuro de la humanidad, sino por el solo hecho ser niños, y los adultos deberían ser sus protectores. Quien agrede aun niño, lo viole, lo sodomice, lo esclavice o lo asesine merece pena de muerte (JBV).