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Ingenieros japoneses han construido un prototipo de turbina oceánica con la que pretenden transformar el flujo de las corrientes marinas de Kuroshio, una de las más fuertes del mundo, en electricidad prácticamente ilimitada. En febrero acabó una exitosa prueba de campo que ha durado tres años y medio.

Japón es un país que depende enormemente de la importación de combustibles fósiles para generar una buena parte de su energía. Ante una opinión pública que, tras el desastre nuclear de Fukushima de 2011, se muestra contraria a la energía nuclear, el país nipón busca maneras de aprovechar las fuentes de energías renovables.

Instalar turbinas eólicas o campos de paneles solares está descartado, pues el montañoso archipiélago no ofrece suficiente espacio para ello. Al estar alejado de los países vecinos, también hay menos oportunidades de equilibrar las fluctuaciones de las energías renovables mediante el comercio energético. De lo que sí dispone Japón es de vastas extensiones de agua costera. Al este, el océano se arremolina bajo el poder del giro del Pacífico Norte. Donde el giro se encuentra con Japón, se canaliza en un flujo relativamente fuerte llamado corriente de Kuroshio.

Precisamente las corrientes de Kuroshio son las que un equipo de ingenieros quiere aprovechar para generar electricidad prácticamente ilimitada. Kairyu, que se traduce como “corriente oceánica” es un prototipo de turbina de 330 toneladas. Su estructura consiste en un fuselaje de 20 metros de largo flanqueado por un par de cilindros de tamaño similar, cada uno de los cuales alberga un sistema de generación de energía unido a una pala de turbina de 11 metros de largo. Cuando está atado al fondo del océano por una línea de anclaje y cables de alimentación, el dispositivo puede orientarse para encontrar la posición más eficiente para generar energía a partir del empuje de una corriente de aguas profundas, y canalizarla hacia una red.

IHI Corporation, que es quien está detrás del prototipo, se asoció en 2017 con la Organización para el Desarrollo de Nuevas Energías y Tecnologías Industriales (NEDO) para poner a prueba sus diseños. En febrero de este año acabó con éxito un período de prueba del prototipo de la turbina que ha durado tres años y medio, logrando generar 100 kilovatios de potencia estable.

IHI calcula que si se pudiera aprovechar la energía presente en la corriente, se podrían generar unos 205 gigavatios de electricidad, una cantidad que, según afirma, equivale a la actual generación de energía del país. Sin embargo, las cosas no son tan fáciles.

A pesar del enorme interés que despierta esta reserva de energía renovable relativamente infrautilizada, los intentos de extraer vatios de las mareas, las olas y las corrientes del mar abierto suelen acabar en fracaso. Una de las dificultades que se presentan para la comercialización de la turbina son los elevados costes de ingeniería que tiene.

Otro importante obstáculo es el lugar en el que mejor funciona, es decir, donde más rápido fluyen las aguas. ¿Y dónde están estas aguas? Cerca de la superficie, que es justo donde los tifones pueden destruir fácilmente las centrales eléctricas. A lo que hemos comentado se suman más dificultades: las limitaciones medioambientales, la proximidad de las zonas costeras a la red eléctrica…

Kairyu se diseñó para flotar a unos 50 metros por debajo de las olas y es que al flotar hacia la superficie, la resistencia creada proporciona el par necesario a las turbinas. Cada una de las palas gira también en sentido contrario, lo que mantiene el aparato relativamente estable. En un flujo de dos a cuatro nudos (alrededor de uno o dos metros por segundo), Kairyu es capaz de producir un total de 100 kilovatios de energía. Comparado con los 3,6 megavatios de un aerogenerador medio en alta mar, puede parecer poca cosa. Sin embargo, si el prototipo ha resistido las duras condiciones de las corrientes durante el período de prueba, ¿quién dice que no pueda tener un hermano que balancee las turbinas de 20 metros de largo y genere unos más que respetables 2 megavatios?

Precisamente generar 2 megavatios es el objetivo de IHI como paso previo para poder comercializar a Kairyu en 2030. La compañía ha informado de que ha hecho un estudio del impacto medioambiental de la turbina para ver cómo afecta a la fauna marina y a la pesca.

fuente: muyinteresante