A pesar de los embates de la pandemia y el surgimiento de la guerra Rusia-Ucrania, que ha provocado una ruptura de la cadena de suministros a nivel global, la economía panameña ha mostrado una significativa capacidad de resiliencia, que lucha contra la espiral inflacionaria, que luce persistente y podría significar el preámbulo a una recesión mundial, según el Reporte Junio de Torino Capital, cuyos representantes, Ruddy Sánchez y Gianfranco Di Flumeri, están de visita en Panamá para captar y ofrecer inversiones.
A pesar de que el fantasma del Covid-19 sigue pululando en el ambiente y la guerra Rusia-Ucrania amenazada con una estanflación en el último trimestre, la economía panameña luce resiliente, al tiempo que, hasta marzo de 2022, el índice de Actividad Económica viene reflejando un crecimiento positivo gracias al desempeño del sector comercial y, en menor grado, el sector hotelero y el de la construcción, según Torino Economics, la filial de investigación económica de Torino Capital Group Company, conocido banco de inversión y corredor de bolsa con sede en Nueva York, en cuyo Reporte Junio 2022, que estima “un crecimiento alrededor del 5%, a finales de 2022, la cual podría ser la tasa de crecimiento promedio de la actividad económica del país en los próximos años”.
De acuerdo con Luis Prato, economista senior de la firma, “Panamá ha dado pasos sólidos en los últimos años en el camino de la recuperación del crecimiento, la consolidación fiscal y la atracción de inversiones de forma sostenida, a pesar de la irrupción de la pandemia COVID-19, y de la reciente guerra entre Rusia y Ucrania, que ha implicado el agravamiento de la ruptura de las cadenas de suministro global y de la inflación”.
A su juicio, la economía panameña es susceptible a los shocks externos, dadas las fluctuaciones de los precios mundiales de los productos básicos. “Más del 52% del PIB está vinculado al comercio exterior, tanto de bienes como de servicios”, señala. La fortaleza del comercio internacional de Panamá radica en su sector servicios, el cual ha registrado un constante superávit, contrastando con el sector de bienes, donde predomina el déficit sustentado en las importaciones desde Estados Unidos.
Las inversiones extranjeras
Panamá depende en gran medida de la inversión extranjera directa (IED) y ha trabajado para que el proceso de inversión sea atractivo y sencillo, por ello el país sigue sostenido en tres diferentes legislaciones para Zonas Económicas Especiales (ZEE), mecanismo bajo el cual las autoridades promueven facilidades para atraer inversiones al país, lo que significa que ahora más que nunca deberá reimpulsar la promoción de estas zonas especiales para el establecimiento de un mayor número de corporaciones que buscan establecer un hub para América Latina.
Para ello estarán esta semana en Panamá Ruddy Sánchez y Gianfranco Di Flumeri, representantes de Torino Capital LLC, para visitar clientes y buscar nuevos inversionistas. Ruddy Sánchez se desempeña como jefe de Productos Estructurados y Di Flumeri como director ejecutivo para Latinoamérica.
El atractivo principal de Panamá es su plena dolarización, la cual elimina el riesgo de devaluación fuerte o repentina del tipo de cambio del país. Esto puede llevar a que el país pague una prima de riesgo menor en sus empréstitos internacionales. Normalmente, las economías dolarizadas gozan de un nivel de confianza más elevado entre los inversores internacionales, tasas de interés más bajas para el crédito internacional, menores costos fiscales y niveles más elevados de inversión y de crecimiento.
Desempleo: tarea sin resolver
Una de las tareas que aún quedan sin resolver es la del desempleo, que ha sido absorbido casi en su totalidad por la planilla estatal, mientras que el sector privado perdió 327.340 empleos formales, acentuando la contracción que inició en el 2013, cuando éstos representaban 53% de los empleos del país, para caer a 33% en el 2020, una reducción de 20% en 7 años. De hecho, el desempleo aumentó 11,5 % entre 2019 y 2020 (ubicándose entonces en 18,5%) y pasó a 11,5 % en 2021, cuando 149.487 personas salieron de esa condición.
A juicio de Prato, “la vía de un crecimiento económico inclusivo, que permita la creación de más empleo formal, será clave para contrarrestar las tensiones sociales que en el mediano y largo plazo podrían significar problemas de gobernabilidad, incremento del riesgo país y con ello el deterioro del perfil crediticio”.
En este sentido, vale destacar que en la actualidad Panamá mantiene un nivel de inversión que permite al país acceder al financiamiento internacional en términos significativamente más favorables, en comparación con sus pares regionales.
Desigualdad: un flagelo preocupante
Respecto a la distribución de las rentas en Panamá, el país ha promediado 49,8 puntos en el índice de Gini de la última década, lo que es una cifra elevada y por encima del promedio regional de 43,5 puntos, es decir, en términos comparados con los otros países de la región, el fuerte crecimiento del PIB per cápita anotado por Panamá no ha tenido una correspondencia similar en la reducción de la desigualdad de la distribución por ingreso, lo que, además, ubica al país entre las 20 naciones más desiguales del mundo.
Salir de la Lista Gris
Otra tarea pendiente es el conflicto de Panamá con el Grupo de Acción Financiera (GAFI), que otorgó un período de gracia a las autoridades panameñas para el ajuste de las normativas financieras del país a los estándares establecidos por este Grupo, para sacar al país de la Lista Gris. Entre los últimos cambios impulsados por Panamá, se estableció un intercambio de información financiera bajo parámetros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), pero hasta el momento pareciera que no son suficientes las acciones tomadas por el país.
Señala Luis Prato que “los esfuerzos por parte de las autoridades panameñas en lo que hemos denominado una “cruzada” por salir de la lista gris de la GAFI, deben traducirse en resultados concretos que permitan al país consolidarse como un centro de inversiones en la región, capaz de fortalecer el sistema financiero local bajo los estándares de regulación internacional”.
Si bien la GAFI considera que Panamá ha dado pasos hacia la mejora de su régimen contra el lavado de dinero y contra el financiamiento al terrorismo, la organización considera que el país debe tomar medidas urgentes para abordar plenamente las medidas restantes en su plan de acción, ya que todos los plazos han expirado. No obstante, el país sigue siendo un buen lugar para hacer negocios, ocupando el puesto 88 de 190 países en el ranking Doing Business 2020 publicado por el Grupo Banco Mundial.
Hay que recordar que Panamá tiene lugar un régimen tributario de carácter territorial, en el cual solo se pagan impuestos sobre utilidades de fuente panameña, por lo que solo la renta producida dentro del territorio es sujeto de impuestos, y los capitales extranjeros estarían exentos del pago de impuestos significativos. De manera tal que el país enfrenta desafíos importantes en materia de regulación contra la evasión de impuestos que procura ocultar, en algunos casos, ingresos provenientes de fuentes no legítimas. Asimismo, se estima que el país pierde aproximadamente el 2,2% del PIB por concepto de evasión del IVA. Vale destacar que parte del problema reside en la escasa recaudación tributaria, ubicándose como la segunda más baja de Latinoamérica, una tarea urgente por resolver.