REFLEXIONES DEL SIGNIFICADO DEL ENCUENTRO INESPERADO DE UN BÚHO EN MI AUTO EN MOVIMIENTO.
El encuentro con el búho que entró en mi auto en movimiento, el cual quedó atrapado en el vidrio trasero mientras yo conducía mi Kia Rio sedan 2016 en la Vía Interamericana, dirección de Darién hacia Panamá el pasado sábado 22 de marzo de 2025, a las 7:00 p.m., bajando la pendiente antes del puente de Quebrada Cali a una velocidad aproximada de 60 kilómetros por hora, es una experiencia que no se olvida fácilmente. Este evento, aunque aparentemente fortuito, me invita a reflexionar sobre los significados profundos que las experiencias cotidianas pueden tener en nuestras vidas, especialmente cuando nos vemos en contacto con la naturaleza y su biodiversidad que la habita.
Los búhos han sido símbolos poderosos a lo largo de la historia. En muchas culturas, son considerados guardianes de la sabiduría, las sombras del conocimiento y los mensajeros entre dimensiones. Considero que su presencia en nuestro entorno es siempre un recordatorio de que hay algo más allá de lo visible, un misterio que hay que desentrañar. En mi caso ese día, el búho no solo fue un testigo físico de un momento que considero fortuito ya que mi nivel de superstición es mínimo, sino también que es una invitación de la coincidencia a detenerme, reflexionar y conectarme con algo más profundo de nuestro universo.
Desde mi perspectiva de la verdad más pragmática, la probabilidad de que un búho entre en un auto en movimiento es muy bajo, pero no imposible, a pesar que esta ave cuenta con una excelente visión nocturna, audición aguda y vuelo silencioso para atrapar a sus presas con gran precisión en la oscuridad.
Los seres humanos, al igual que los búhos, estamos inmersos en un mundo de posibilidades, donde lo improbable puede convertirse en lo real en un abrir y cerrar de ojos. El accidente, en apariencia caótico, me genero asombro e intriga, es por esto me hace más que resaltar la naturaleza impredecible de la vida misma. Hoy somos y a un instante ya no somos.
Como seres humanos, vivimos nuestra existencia bajo ciertas expectativas, esperando que todo siga un patrón lógico y predecible. Sin embargo, para mí, lo que muchas veces no vemos por estar acomodados en nuestra zona de confort es que la vida nos ofrece oportunidades de aprendizaje en esos momentos fortuitos o de caos, según sea el caso. Esos “accidentes” no son más que momentos de transformación, de prueba, de aprendizaje y de oportunidades.
Lo que ocurrió después del encuentro fue aún más significativo para mí. Ya que a pesar de que detuve el vehículo y le abrí todas las puertas, él desorientado no sabía cómo salir y me toco ayudar al búho a liberarse de su trampa temporal, el cual lo considero un acto simbólico de empatía y compasión de mi hacia esa él. A pesar de que la situación era confusa para el animal, lo ayudé con la calma y la paciencia que me caracteriza, sin apresurarlo, lo cual permitió que volara sin dificultades una vez que recuperó su libertad.
En ese momento sentí que no solo liberaba al búho físicamente, sino que también liberé una parte de mí mismo. Este acto me hizo reflexionar sobre cómo manejamos nuestras propias “trampas” que nos presenta la vida en nuestro camino, esos momentos cuando nos sentimos atrapados o desorientados por las circunstancias. La paciencia, la calma y aceptar la ayuda de otros, o incluso de nosotros mismos, el cual son las claves para encontrar una salidapositiva y exitosa a lo que muchas veces llamamos “tener el agua hasta el cuello.”
Este encuentro con el búho también se entrelaza con mis propias creencias espirituales, aquellas que vinculan a las vibraciones, las señales y las conexiones Inter dimensionales, ya que el dogma católico que acepto por fe indica que somos hechos a imagen y semejanza de Dios y ese Dios dentro de su trinidad tiene una existencia espiritual.
Dicho esto, al observar al búho y su lucha por encontrar una salida, me pregunté si quizás había algo más en juego, algo que trascendía lo físico. El búho, al igual que las mariposas, las aves y los niños que frecuentemente se sienten atraídos por mi presencia, podría ser una manifestación de fuerzas mayores. Tal vez no era solo una casualidad; tal vez el búho era un mensaje que invitaba a reflexionar sobre el camino que he recorrido en mi vida, el camino que me falta por recorrer, los proyectos de vida no concluidos, los sueños que aún tengo por cumplir, y las decisiones que aún me esperan.
Las señales, ya sean de la naturaleza, de los encuentros casuales o de las personas que cruzan nuestro camino, son recordatorios de que estamos conectados a algo más grande que nosotros mismos. El búho, atrapado por un momento, pero liberado en su totalidad, simboliza la capacidad que tenemos cada uno de nosotros de adaptarnos a nuevas realidades, a evolucionar y trascender. Cada vez que algo inesperado ocurre, estoy convencido que se nos da una oportunidad para hacer una pausa, reflexionar y tomar decisiones más conscientes.
En última instancia, este encuentro me recordó lo importante que es estar abierto a lo que nos ofrece el universo, confiar en las señales y permitirnos aprender de cada experiencia. Los búhos, con su sabiduría ancestral, nos invitan a mirar más allá de lo obvio y encontrar significado en los momentos más improbables. Al igual que el búho que voló libre después de su momento de confusión, nosotros también podemos encontrar nuestro camino cuando nos damos el tiempo para reflexionar, liberarnos de nuestras limitaciones y seguir adelante con claridad y propósito